El GPS es, sin duda alguna, uno de los accesorios más usados a la hora de coger el coche, pero pocos saben cuál es su origen. Como toda tecnología, ha tenido un antecesor, algo más rudimentario, analógico y menos evolucionado, pero que ha sido el punto de partida de los actuales sistemas de posicionamiento basados en satélites.
El primer sistema de navegación en carreteras para determinar la posición en la que uno se encuentra sin necesidad de recurrir a aparatosos mapas se llama Auto-mapa. El impulsor de esta herramienta fue el leonés Antonio Martín Santos.
Todo comenzó el 7 de noviembre de 1954, cuando Martín Santos viajaba de su León natal a Jerez de la Frontera de noche y se perdió. Aquella situación propició que el que fuera jefe de la Delegación de Industria de la Provincia de León se pusiera a trabajar en lo que hoy en día es uno de los inventos más conocidos y empleados por la humanidad.
El Auto-mapa consistía en un pequeño aparato que se situaba en el salpicadero del coche con una estética bastante parecida a la de los navegadores actuales. Una pequeña pantalla mostraba la carretera por la que se circulaba y una flecha indicaba el lugar exacto donde se encontraba el vehículo. Esto era posible gracias a que el Auto-mapa se conectaba al cuentakilómetros del coche y a la relación de 1/1.000.000, por lo que una vuelta en el tambor del Auto-mapa suponía una distancia de 37,68 Km.
El funcionamiento del
abuelo del GPS era bastante sencillo: se colocaban unas tiras de mapa entre los dos carretes que formaban el Auto-mapa; dependiendo del mapa de la carretera que se fuera a utilizar, se ajustaba para encajar en la pantalla y, gracias a la relación anteriormente comentada, la flecha se situaba en el lugar exacto donde se encontraba el vehículo. Además, contaba con un botón que permitía detener el invento a la hora de entrar en una ciudad o cuando el conductor se desviaba para repostar o descansar.
Este gran invento sería patentado en más de 11 países y mundialmente reconocido en el Salón Internacional de Inventores de Bruselas de 1957, donde se le otorgó la Medalla de Oro. También en España fue premiado y catalogado como uno de los mejores y más revolucionarios inventos.
Pese a ello, el avance de la enfermedad que aquejaba a Antonio Martín Santos y su posterior fallecimiento a los 73 años de edad, desencadenaron que el mayor invento del leonés cayera en el olvido, no siendo hasta 40 años más tarde que volvió a aparecer ya renovado, perfeccionado y digitalizado, de la mano de los estadounidenses, para uso civil con un alcance global y bajo las siglas GPS (Sistema de Posicionamiento Global).