Pues como ya han insinuado por ahí arriba, este es el típico hilo inútil (dicho sea sin ánimo de ofender a su creador) que a todos nos viene bien para pasar el rato, así que aquí van mis "2 cents", que diría un inglés:
Me pasa como a latumba: me encanta la montaña. No sé expresar por qué, pero mirar las cumbres me pone una sonrisa en la cara. Soy incluso capaz de soportar las tormentas y la lluvia, que son típicas en ese entorno y no me gustan, con tal de estar allí. Me gusta patearlas, me gusta subir a cumbres aunque acabe agotado, me encanta ver cascadas y lagos, me encanta hasta sentirme agotado por la noche y caer en la cama redondo, y pegarme un madrugón para hacer otra excursión... ¿Y por qué? ¿Por los paisajes de postal, que a todos nos encantan? Por supuesto, son magníficos, pero en mi caso hay algo más... y no sé qué es.
Si me das a elegir entre montaña y playa, elijo montaña. Prácticamente sin dudar.
Pero luego llego a la playa... ¡y también me gusta! Bueno, matizo, depende mucho de la playa: de esas en las que compartes la toalla con el vecino, que participas de su conversación y que para llegar al agua tienes que hacer slalom, huyo como de la peste. Pero las playas tranquilas en lugares agradables (supongo que cada uno tiene los suyos), me encantan. Aunque reconozco que no soporto el playa-playa-playa: generalmente, mañana de playa y tardes de hacer algo, ver algo, moverse...
En cualquiera de los casos, me cuesta pasar más de 15 días en ambos sitios. En la montaña, por agotamiento, y en la playa, también por agotamiento... de otro tipo. Así que lo mejor, mitad y mitad. Cuando puedo, lo hago
