Yo no tengo cuarenta años de experiencia campista, pero treinta, si. Y ni todo era tan bonito como lo recordamos ni ahora es todo tan feo como decimos. Seguramente tenemos un recuerdo bastante idealizado de muchas cosas y algo de añoranza del pasado, pero "malasombras" había, hay y habrá. Por mi experiencia, creo que en el campismo, como en todos los demás ámbitos de la vida, hay un porcentaje muy pequeño de mala gente, eso sí es cada vez más descarada. Quizás antes "lo malos" se escondían más que ahora. Por ese pequeño porcentaje de gente existen las rejas, las cerraduras y las alarmas. Estoy seguro que para el 99% de los que nos leen las rejas son innecesarias porque no se nos ocurriría meternos en una casa ajena, pero hay ese 1% que tienen jodidxs al resto, que tenemos que ir con mil ojos.
Y el camping no iba a ser una excepción. Puedes llamar la atención a 99 niños, que no pasará absolutamente nada con sus padres. Pero hay uno, que sí. Y ese hace que todos dejemos de cumplir nuestra pequeña obligación de contribuir a la educación y corrección de esos otros 99 niños que a veces cometen travesuras lejos de los ojos de sus padres.
Para mí, ese es el verdadero problema: la cobardía del 99% de "los buenos" que dejamos de cumplir con pequeñas obligaciones que tenemos para evitar problemas con ese 1%. Nos hemos vuelto demasiado cómodos y estamos perjudicando con esa actitud no al capullo del 1% sino a los salvables 99 niños, que poco a poco irán convirtiéndose en grandes capullos que harán que ese 1% crezca.
Y así está mundo: no cabe un tonto más y tiene las costuras a punto de estallar.
Y el camping no iba a ser una excepción. Puedes llamar la atención a 99 niños, que no pasará absolutamente nada con sus padres. Pero hay uno, que sí. Y ese hace que todos dejemos de cumplir nuestra pequeña obligación de contribuir a la educación y corrección de esos otros 99 niños que a veces cometen travesuras lejos de los ojos de sus padres.
Para mí, ese es el verdadero problema: la cobardía del 99% de "los buenos" que dejamos de cumplir con pequeñas obligaciones que tenemos para evitar problemas con ese 1%. Nos hemos vuelto demasiado cómodos y estamos perjudicando con esa actitud no al capullo del 1% sino a los salvables 99 niños, que poco a poco irán convirtiéndose en grandes capullos que harán que ese 1% crezca.
Y así está mundo: no cabe un tonto más y tiene las costuras a punto de estallar.