Aunque por desgracia no todos los campin son así, me gustaría que alguno que haya estado en Covaleda me diga qué diferencia existe en montar allí una canadiense, o estacionar una caravana o una AC, y hacerlo en otro bosque cualquiera en plan libre de los muchos que hay en su proximidad. Y, para que no sea sólo allí, pongamos el litoral de la Mariña Lucense, en cualquiera de las decenas de prados que hay al borde de los acantilados, o en "A Nosa Casa" o en "A Gaivota". O metidos a buscar, hacerlo en Cabo Ortegal o en Cabo Estaca de Bares, o por cualquier punto de A Costa da Morte... o en alguno de sus campins. Y eso, a los 20 años con una pareja, o a los 40 con hijos jovencitos, o a los 60 otra vez solos porque los hijos van por su cuenta... y ya, para rematarla, por encima de los 70... Preguntaros por encima de los 80 no me atrevo porque intuyo que debo ser el único "loco" de este foro.
No importa el elemento que se utilice, sino la filosofía de ocio y la capacidad para disfrutar. El problema de la mayoría de los que practican campismo, con el elemento que sea, es que no son capaces de disfrutar sino cuentan a un tercero su experiencia cuando ya ha pasado. Incluso los que presumen de ser muy viajeros sus viajes sólo existen cuando se lo cuentan a un tercero.
Cuando pasé de caravana a furgoneta me percaté de la cantidad de trastos que son perfectamente prescindibles, y me habitué a llevar conmigo lo necesario y nada más. Al cabo de los años, cuando volví a la caravana me bastó la más pequeña que encontré porque mantuve la experiencia de la furgoneta de llevar lo necesario y dejar lo superfluo. Mi filosofía campista fue siempre la misma con todo tipo de elementos, siempre en función de mis posibilidades económicas y de la dimensión de la familia; pero el disfrute, siempre el mismo; y sin necesidad de contárselo a nadie.
Dicho todo esto, que no es la primera vez que lo explico ni que se abre un hilo de este tipo, es evidente que existe una tendencia a mejorar tanto de coche como de caravana, o AC, porque por contentos que estemos con lo "nuestro", siempre a nuestro lado habrá otro con un elemento mejor rematado, más grande, más caro... y como consecuencia, con problemas añadidos de aparcamiento, seguros, impuestos... que encarecen aquello que antes teníamos y resultaba suficiente, pero que cambiamos porque hay que epatar a la vecindad. Y eso, que fomentan los fabricantes y vendedores, no es filosofía campista, sino puro y duro consumismo.