Pues sí, quizás no os metáis en el agua, pero cuando veáis la marea baja y las arenas finas y doradas no resistiréis la tentación de pasear justito por la lengua de la mar que rompe suavemente en vuestros pies. Eso, en el Mediterráneo (que también tiene encantos) no existe, pues la marea baja y la alta apenas suponen medio metro de diferencia. En las Rías pueden ser hasta 100 metros... depende de si la playa está al principio o al final.
Sobre la gastronomía, en Allariz y en muchos otros pueblos de Ourense los sábados se instalan pulpeiras en las esquinas de las calles, y podéis comprar directamente el pulpo, al punto que os guste (más al dente o más tierno) y os lo llevan al bar más próximo donde os sirven el pan de horno de leña y el vino del Ribeiro. Y, si visitáis Vigo, cerca del puerto está el barrio de La Piedra, allí, están vendiendo ostras que os las llevan a la mesa de la terraza donde os sentéis a tomar unas cervezas... o un Albariño. Como podéis observar, mis recomendaciones se circunscriben a dos puntos donde montar el cuartel el general: Allariz y O Muiño, por cierto, este campin está en cabo Silleiro, y en las mismísimas peñas donde termina el campin, cuando se abre la veda del percebe, podéis, sentados bajo el toldo de la caravana o en la misma piscina o sentados en las peñas, contemplar cómo las percebeiras (porque casi todas son mujeres) vestidas con trajes de neopreno, se dedican a cogerlos... y si le echáis bemoles, hasta vosotros podéis intentarlo (los niños no) pero... ¡ojo! porque desde los puntos altos están los guardas controlando el furtivismo...
La excursión a Portugal es fácil desde O Muiño. Se puede cruzar el Miño por un puente a la altura de Vilanova de Cerveira, o directamente desde el puerto fluvial de A Guarda, en un transbordador, que es muy económico y te deja en Caminha, coche incluido. En Caminha hay un campin justito en la desembocadura del Miño, y si queréis pasar allí un par de días, en el transbordador se pasa también con la caravana. Son unos 20 minutos deliciosos... En la zona del Miño de Portugal, hay 3 puntos básicos: Caminha, si entráis desde A Guarda, Vilanova de Cerveira y Valença. En estas tres villas (preciosas) se celebran unas ferias/mercados importantes que resultan entretenidos para las esposas. Valença es una ciudad amurallada espectacular, conservada estupendamente. Su interior es todo comercio y mercado.
A efectos de diversión de los niños siguiendo desde Caminha hacia Viana do Castelo, a unos 3 kilómetros hay otro campin que tiene la desventaja de que la playa está a un kilómetro, pero es más grande y dispone de un parque acuático. Otra ventaja sobre el de Caminha, es el restaurante, que se come muy bien y a buen precio, especialmente, marisco.
¿Más que ver en el tramo portugués del Miño? Sí, el restaurante A Boega. Está en las afueras de Vilanova de Cerveira, hay que desviarse por una carretera entre viñas hasta llegar a una finca, meterse por entre las cepas y las parras hasta llegar a una especie de pazo. Allí se pregunta por el menú, y si todo lo que lo constituye es de vuestro gusto, reserváis mesa. El precio es siempre el mismo con todo incluido, que es todo lo que seáis capaces de comer... Luego es cuestión de esperar a que toquen la campana, a las 14 horas, que indica que la comida está lista. Mientras no suena la campana se puede pasear por la finca y contemplar el panorama del Miño y España desde la otra orilla. Una vez sentados se suele producir una especie de silencio expectante, ya que todos los comensales esperan que le sirvan en la mesa. Pero sólo la bebida y el pan. Luego aparecen unas camareras ataviadas por la antigua, y van poniendo todos los primeros platos en una mesa grande que hay en el medio. Hay que tener en cuenta es que un palacio y todo lo que decora las paredes, muebles, etc, es auténtico. Hay que levantarse de la mesa e ir con el plato como si fuese un autoservicio. Los comensales siguen silenciosos... y lo clásico es servirse "caldo verde" que es una de las especialidades del norte de Portugal. Cuando te lo has zampao vuelves a por más o a por otro plato de lo que sea, de los varios que hay para servirse. Siempre, al terminar esos primeros platos, empiezas a darle al vino verde, otra de las maravillas portuguesas, que casi no tiene alcohol y "baja" por la garganta dando saltos de alegría como los niños pequeños cuando salen al recreo. Reaparecen las "robustianas" (las camareras de antes) que se llevan los platos, y entran más "robustianas" con fuentes de lo que sea el segundo plato, evidentemente, de carnes varias. Todos quietos hasta que vuelva a sonar la campana, y otra vez todos a servirse. Como ya se engulleron algunas botellas de vino verde, la gente está más locuaz, y hasta alguno te dice que la comida está de película... Cuando has ido probando de todo lo que allí ponen, y ya empiezas a "arrellenarte" en el sillón, vuelven las "robustianas" y se llevan todos los platos dejando el de más abajo (3º), y entran las otras con más fuentes, más comida, casi siempre pescado. Suena la campana y todos, ya sueltos de lengua y con el estómago repleto, a por el tercero... Todavía queda el postre... y por lo tanto un cuarto toque de campana... Y el café de pota con un vinillo de O Porto... Lo de la campana tiene origen en que los dueños de estos pazos daban cobijo a los peregrinos que iban a Santiago por la ruta portuguesa, los alojaban en el pajar y a toque de campana les avisaban para comer o cenar... Además de restaurante es hotel, y se puede pernoctar.
Bueno, con permiso... me voy a hacer la cena: Sopa de fideos y un par de huevos; de postre un plátano con yogur... Después veré al Wayoming y me iré a la cama.