Un hombre decidió marcharse a las cruzadas. Pero, antes de irse, le puso un cinturón de castidad a su mujer y le entregó la llave a su mejor amigo con el siguiente ruego: “si no he regresado dentro de cuatro años, quítale el cinturón a mi mujer y deja que viva una vida normal” .
Dicho esto, montó en su caballo y partió. Media hora más tarde se dio cuenta de que una nube de polvo le seguía desde lejos. Se paró a esperar y, al rato, vio llegar a su mejor amigo.
“¿Qué ha pasado?” le preguntó.
“¡Que me has dado la llave que no era!”.