Mis primeras salidas fueron con la canadiense, acampada libre, en grupo de amigos/as.
Luego, ya más en serio, y en plan familiar, en el camping Fontmartina, de la Diputación, con una tienda chalet de 2 habitaciones, que nos duró unos 30 años.
La anécdota fue la siguiente: Fuimos al camping por la mañana, montamos la tienda, y bajamos al pueblo a comprar víveres.
Al llegar al cámping, llovía tan fuerte que no pudimos salir del coche.
Después de casi una hora de espera, decidimos ir a comer a un restaurante.
Como era muy tarde, nos dijeron que no tenían comida. Suerte que nosotros llevábamos; nos la calentaron, y pedimos una ensalada grande, las bebidas y el postre.
Cuando amainó el tiempo, fuimos al cámping (es de montaña) y nos encontramos con que el techo del "salón" era una piscina, llegando a doblar el palo que lo aguantaba. El techo no se rompió, pero con el peso del agua, se deformó mucho.
Al año siguiente pasamos a la caravana.