Una vez voló un pato, chocó con una antena y vino a caer en mi edificio. Se metió en la planta baja y mi marido lo encontró dandose chocazos contra las paredes. Lo recogimos y la llevamos al centro de turismo del Coto de Doñana. Allí nos dijeron que los patos no estaban protegidos. La chica nos dijo que si queriamos lo lleváramos al Puerto, a la protectora de animales. Llamé y me dijeron que allí no habría nadie en dos días, que lo soltásemos en una especie de jaula pequeña que había en el local. Yo le dije que no me parecía buena idea dejar un pato allí solo. Entonces dijeron que lo dejásemos en el centro de turismo hasta que fueran a recogerlo. Cuando se lo dije a la chica esta me contestó: Puedes dejarlo aquí, pero debe ser metido en una caja, para que no esté por aquí suelto. Le dije que me parecía inhumano hacer eso con un pato salvaje. Ella dijo que otras veces lo habían dejado y que la protectora había ido en varios días, no en dos, como me dijeron a mí. Ella cerraba y como era fin de semana no volvía tampoco en "dos días". Y que mientras no fuera nadie a recogerlo el pato estaría allí y que dificilmente alguien se haría cargo de él. Impotente ante la situación decidí hacer lo que tenía que haber hecho desde el principio, soltarlo en la Laguna de Tarelo, solo allí podría sobrevivir. Fuimos con el hermoso pato y allí lo soltamos, no sé si sería bien recibido entre la comunidad pato que allí conviven, pero al menos le dimos la oportunidad de ser libre y tratar de sobrevivir al encierro en una caja y morir olvidado por todos.