Hoy es un día triste, muy triste, para las familias, sobre todo para ellas, para los compañeros, para todos aquellos que crecimos en la cuenca minera, que somos nietos, hijos, sobrinos y primos de mineros, para todos aquellos que nos vimos obligados a coger la maleta y marcharnos de nuestra tierra, porque ni siquiera esto nos queda ya. Hoy me acuerdo de mi madre, quemándose la cena sobre la chapa de la cocina de carbón, solo pendiente del teléfono, rondándolo y mirándolo fijamente, muchas noches, porque mi padre tardaba más de lo normal en llegar del pozo minero. Descansen en paz.