Al día siguiente nos fuimos a Tourretes-sur-lop. Otro pequeño y encantador pueblo. y desde ahí nos desplazamos hasta Grasse por una preciosa carretera repleta de típicos y tupidos bosques provenzales. Grasse resulto ser la mayor decepción. Pues era bastante feo, con un caso antiguo en su mayor parte destartalado, casi en ruinas. Aunque las casas parecían estar habitadas por gente humilde, sobre todo emigrantes de etnia árabe.

Y de ahí llegamos a Cannes. Una ciudad de película, nunca mejor dicho. Es más o menos lo que te esperas, la típica ciudad turística y animada de la costa azul. Merece la pena darse una vuelta por ella.
Al siguiente día trasladamos el campo base al bonito camping Sainte Victorie, a unos 9 km de la preciosa ciudad de Aix-en-Provence. El camping nos gustó mucho, está en medio de la campiña provenzal, es muy acogedor, tranquilo, sencillo pero muy correcto en sus instalaciones.
Esa misma tarde nos fuimos a visitar Aix-en-Provence. Una pequeña ciudad con un gran casco antiguo. No es que tenga nada a destacar en especial, pero en su conjunto es muy muy bonita y llena de vida. Muy agradable para pasear. A nosotros nos encantó.
Al siguiente día nos fuimos hasta Marsella. Lo cierto es que nos gustó más bien poco, aunque el día tampoco acompañaba mucho y eso pudo haber influido. La ciudad es muy grande y huele bastante mal. Aparcar se hace muy difícil. Llama la atención el inmenso número de población árabe que tiene, tanto que no pareciera que estés en Francia, incluso casi se escucha más hablar en árabe que en francés.
Al día siguiente levantamos el campamento y ya empezando el regreso a casa nos quedamos un par de días en la zona de Narbona, en el camping Les Mimosas. Camping de lujo muy bien equipado con piscina exterior climatizada. La zona resulto todo un acierto. Narbona, con su canal, su casco antiguo y su catedral es otra bella localidad. También conocimos lugares como el pueblecito de Gruissan, con su torreón medieval en ruina, del que se pueden contemplar unas maravillosas vistas de la zona. También visitamos el pueblecito de Minerve, tranquilo y precioso. Y Aigne, aunque este no resultó valer gran cosa.


Y ya de regreso a casa pasamos un día en el Camping D'esperbasque. Un pequeño y acogedor camping muy cerca de Salies-de-Béarn, a 100 km de la frontera con España por Irún. El camping era muy sencillo pero limpio y muy correcto. Con zona Wifi totalmente gratis las 24 horas, no como en la mayoría de camping franceses que siempre hay grandes matices. Tenía un entorno tan agradable que más que un camping parecía que estabas en medio del campo en una finca particular. Nos quedamos con ganas de pasar algún día más en él.
En fin, a grandes rasgos así ha sido nuestro viaje. Nos quedaron grandes cosas por ver como La Camargue, Les Calanques, la zona del Verdón. Pueblos como Cassis o Le Bar-sur-Loup, pero es que no nos dio tiempo para más.
Lo mejor: - Los paisajes de La Provenza. Sus cuidados y bellos pueblecitos, La amabilidad de la gente
Lo peor: - Las carreteras. Las autopistas son muy buenas, verdaderas alfombras pero hay que pagarlas y son muy caras. Nos gastamos 260 € en peajes. Las carreteras convencionales son en cambio verdaderamente malas. En general mejor conservadas que las españolas pero en su trazado mucho peores. Son realmente muy muy estrechas. Y lo digo yo que soy de Asturias y aquí presumimos de tener carreteras sinuosas. Nos planteamos en un principio viajar con la caravana por nacionales para evitar peajes pero al ver lo que había lo descartamos por completo, porque lo veíamos insufrible y hasta peligroso. Un día al poco de salir de un camping con la caravana nos encontramos con otra en dirección contraria y las pasamos canutas para cruzarnos. Con paciencia, ayuda y despacito logramos pasar a escasos cm una de la otra.
Un consejo: -En los pueblos o ciudades grandes suelen poner trenecitos turísticos para conocer los sitios más interesantes del lugar. Caminando te lleva muchísimo tiempo entre encontrarlos y llegar hasta ellos y el billete del trenecillo siempre es bastante caro, como casi todo en Francia. Así que nosotros haciendo uso de la picaresca española lo que hacíamos era llevar las bicicletas y situarnos detrás del trenecillo en el punto desde donde comienza la ruta. La velocidad que lleva es muy asequible para que cualquier persona lo pueda seguir en bicicleta cómodamente y suele hacer alguna parada para sacar fotos en los sitios más emblemáticos. De este modo además de ver cómodamente todo lo que había que ver, nos salía completamente gratis.