¡No pasó nada!
Pues no, llegué al recinto ferial sobre las 12 en un día gélido y desapacible, pero sin lluvia. Considero que las invitaciones que pudiese disponer
Cormorán, son para sus clientes habituales y para los posibles... y dado que yo soy un amiguete del foro campista no debía malgastar una invitación, así que pague mi entrada y me fui a buscar el
"estand" de
Batelarea, me metí en medio de las AC como un curioso más, observé a los comerciales y aunque nunca nos habíamos visto anteriormente, identifiqué a uno como
Cormorán. Primera desilusión: No tenía plumas. Y lo llamé por teléfono... observando al tiempo como, al sonar el suyo, me decía:
-Hola, Gonzalo ¿dónde estás?
-¡Coño! ¿no quedamos en que me esperarías en la puerta con las alas abiertas?
-Tranquilo que ahora voy volando a buscarte...
-Pues lo tienes fácil porque estoy detrás de ti...
Se dio la vuelta y al verme con el teléfono en la mano se vino corriendo hacia mi y nos dimos un abrazote...
Pues no, no tiene plumas. Me presentó a su hijo, a su sobrino y a su hermano. Luego echamos un vistazo a las autocaravanas que tenían expuestas. Alguna para vender y de esta manera renovar la flota. Me pareció, desde mi particular óptica, que el material expuesto tenía una cierta tendencia a la AC compacta, a lo sumo, intermedia, pero para nada grande. Quizás el perfil del campista viajero y de alquiler sea la pareja de jóvenes o la de jubilados, y de ahí que las ofertas sean de AC poco aparatosas, suficientes, ágiles para conducir y de menos consumo. El alquiler es una fórmula
muy interesante, aunque parezca cara, que no lo es. Reservas para unas fechas, disfrutas durante los días elegidos, y, concluido el viaje, te olvidas de dónde has de guardar la AC, de los impuestos, de los seguros... ¡y de los plazos! Porque lo normal es invertir un pastón mediante un crédito... El problema es que el españolito tiene una cierta tendencia a la propiedad sin pararse a analizar las ventajas del alquiler.
Cormorán me había advertido que fuese abrigado, que iba a hacer frío. En el exterior corría un vientecillo no sé de dónde, pero desagradable y frio; dentro de la "expo" estaba todo un poco desangelado... Pero ir a saludar a un amigo desconocido a una exposición de autocaravanas con anorak y bufanda no me pareció lo que se dice
"hacerle un favor", así que me puse una sudadera para no desentonar, y reconozco que pasé algo de frío, pero valió la pena.
Que no, que no... que no tiene plumas. No nos hicimos ninguna foto. Resultaríamos un poco asimétricos. Un cormorán sin plumas... al lado de un cocodrilo viejuno... prefiero recordarlo como siempre, como me imaginé que me estaría esperando en la puerta, tal cual aparece en esta foto: