Cocodrilo feliz
hablador
Por favor, que los “culés” no se den por aludidos; porque es sabido que “el cagómetro” es un síndrome que los “culés” acusan “ostentóreamente” cuando su equipo hace un partido discretillo y el de los “merengues” gana, aun jugando mal, sin merecerlo y en el último suspiro del tiempo añadido. Si encima todo esto pasa en el postrero partido de la Liga, y el título vuela para Madrid con empate a puntos y decisión por aquello de que el equipo que mejor fútbol hacía, no ha logrado ganarle al zarrapastroso de Chamartín es aceptable que “el cagómetro” se haya disparado.
Pero ya digo que el tema que titulo de esa manera tan gráfica no tiene nada que ver con el fútbol (más allá de que yo sea “merengón” de toda la vida) sino con el campismo.
Resulta que en Portugal, las infraestructuras sanitarias en las villas que para ellos son capitales, antaño era justita. Esto traía una consecuencia: las cañerías de los retretes iban a fosas sépticas, y a efectos de que tras limpiarse el orificio evacuador de detritus humanos, esas cañerías no se atascasen, el papel (que por aquellas era de periódicos viejos, como en España) no se tiraba en la taza del retrete, sino en un recipiente anejo al mismo. A los españoles esto nos chocaba bastante, porque al abrir el referido recipiente anejo, aparecían con la forma que todos sabemos y la nicotina correspondiente, las tarjetas de visita de quienes nos habían precedido en el uso del evacuatorio.
Hoy, Portugal ha mejorado en infraestructuras, y aunque de cuando en cuando se siguen encontrando algunos recipientes anejos, el personal “deja” todo en el retrete, tira de la cadena, y punto. En el camping de Caminha los servicios están impecables de limpios; la limpieza es constante y los turnos de las personas que de esto se ocupan están en un lugar visible para todos, con expresión de las diferentes y escalonadas horas que estas limpiezas han sido realizadas. Pero las tazas de los retretes no tienen tapa. Seguro que por higiene, ya que son muchos (y muchas) los que no se sientan a gusto en las tapas que otros han usado, y otros (y otras) tiran de papel y se hacen una especie de “barrera” cubriendo toda la tapa.
Pero ya digo que el tema que titulo de esa manera tan gráfica no tiene nada que ver con el fútbol (más allá de que yo sea “merengón” de toda la vida) sino con el campismo.
Resulta que en Portugal, las infraestructuras sanitarias en las villas que para ellos son capitales, antaño era justita. Esto traía una consecuencia: las cañerías de los retretes iban a fosas sépticas, y a efectos de que tras limpiarse el orificio evacuador de detritus humanos, esas cañerías no se atascasen, el papel (que por aquellas era de periódicos viejos, como en España) no se tiraba en la taza del retrete, sino en un recipiente anejo al mismo. A los españoles esto nos chocaba bastante, porque al abrir el referido recipiente anejo, aparecían con la forma que todos sabemos y la nicotina correspondiente, las tarjetas de visita de quienes nos habían precedido en el uso del evacuatorio.
Hoy, Portugal ha mejorado en infraestructuras, y aunque de cuando en cuando se siguen encontrando algunos recipientes anejos, el personal “deja” todo en el retrete, tira de la cadena, y punto. En el camping de Caminha los servicios están impecables de limpios; la limpieza es constante y los turnos de las personas que de esto se ocupan están en un lugar visible para todos, con expresión de las diferentes y escalonadas horas que estas limpiezas han sido realizadas. Pero las tazas de los retretes no tienen tapa. Seguro que por higiene, ya que son muchos (y muchas) los que no se sientan a gusto en las tapas que otros han usado, y otros (y otras) tiran de papel y se hacen una especie de “barrera” cubriendo toda la tapa.