Güenas, entro para contaros el sueño que ayer comente que tuve con forer@s, antes de que morfeo me arrastre.
Pues la cosa es que de pronto me encuentro en una pequeña pero rancia ciudad castellana con una plaza iregulas porticada, y cerrada en unos de sul lados por una coqueta pero solemne catedral.
La ciudad andaba en fiestas, ejerciendo de anfiriona una joven que no dejaba de llevar en brazos ua bebe de meses, bebe que tenia uns mofletes que invitaba a pellizcar, ella mas guapa que nunca, con una alegria y brillo en su mirada, ese brillo casi estremo, como si llevara lentillas puestas.
Estavamos sentados en mesas que se enlazaban unas con otras, junto a una esquina de la catedral, la anfitriona sacaba viandas de detras de un muro con una mano, mientras no dejaba de sujetar con la otra el bebe, a veces le ayudaban varias familiares con estas departia con bastante entusiasmo misufridapartecontraria, ellas estaban sentadas en el extremo mas proximo a la catedralen el lado opuesto al mio a mi izquierda, frente a ellas una señora que siempre estaba sentada, esta apenas si se movio de sitio, y cuando lo hizo, lo hizo sin levantarse, no le pude ver la cara, parecia estar siempre a la sombra, le faltaba esa chispa, alegria y vitalidad, con la que siempre desborda. al otro extremo, una madrileña, de cabellos castaños rojizos y ensortijados, ya se que ese no es su luck actual, quizas sea que tengo retenida en mi mente, la primera imagen que tengo de ella esta algo apartada, y no dice nada ni habla con nadie, parece buscar con la mirada a su fontanero, no esta por alli, es un culo inquieto.frente a mi, una enfermera de rizos dorados. Andaban por alli un conductor de autobuses urbanos y un encargado de mantenimiento de aerogeneradores, que se habian ido a tirar a las escopetillas de feria, de momento la rubia de rizos dorados se levantan porque los ve venir, yo me voy a levantar para saludarlos, me pega un calambre en la pierna, y se acabo, porque el calambre es real y me despierta, sin poder saludar a los amigos y lo que espeor sin llegar a provar los torrenillos.