Es una sencilla cuestión estadística. A mayor número de personas que utilicen mascarilla el mayor tiempo, menores probabilidades de contagio. Evidentemente, no va a haber un 100% de seguridad, ya que las propias mascarillas tampoco ofrecen una protección del 100%, pero si aumentamos el número de usuarios que las utilizan, eliminando espacios, zonas grises y exenciones de uso y aumentamos el tiempo que estos usuarios las utilizan, disminuimos el número de probabilidades de contagio.
Pero es que de esa forma además se facilita mucho más la "trazabilidad" de los contagios, que es algo que trae de cabeza a los sanitarios. Cuando hay un infectado, es fácil detectar y aislar a sus contactos cercanos, pero es sumamente complicado hacerlo con los contactos casuales. Y ahí es donde más importancia puede tener ese uso habitual y generalizado de las mascarillas, en la reducción de los contagios que son más díficiles de rastrear.
Por otra parte, no es casual que la medida del uso generalizado de la mascarilla se adopte en primer lugar en Cataluña y Baleares, que son y no por casualidad, las comunidades autónomas que turistas reciben y que por tanto se enfrentan a un doble riesgo mayor: el del control de los contagios por un lado y por otro -no lo olvidemos- el del posible colapso de unos servicios sanitarios dimensionados para atender a una población de x personas y que por efecto de la temporada turística se multiplica por 20, pues en caso de un rebrote, puede ser muy, pero que muy, muy complicado atender un aluvión de enfermos en unas islas como las Baleares, por ejemplo.
Pero es que de esa forma además se facilita mucho más la "trazabilidad" de los contagios, que es algo que trae de cabeza a los sanitarios. Cuando hay un infectado, es fácil detectar y aislar a sus contactos cercanos, pero es sumamente complicado hacerlo con los contactos casuales. Y ahí es donde más importancia puede tener ese uso habitual y generalizado de las mascarillas, en la reducción de los contagios que son más díficiles de rastrear.
Por otra parte, no es casual que la medida del uso generalizado de la mascarilla se adopte en primer lugar en Cataluña y Baleares, que son y no por casualidad, las comunidades autónomas que turistas reciben y que por tanto se enfrentan a un doble riesgo mayor: el del control de los contagios por un lado y por otro -no lo olvidemos- el del posible colapso de unos servicios sanitarios dimensionados para atender a una población de x personas y que por efecto de la temporada turística se multiplica por 20, pues en caso de un rebrote, puede ser muy, pero que muy, muy complicado atender un aluvión de enfermos en unas islas como las Baleares, por ejemplo.