Mi más sentido pésame.
Hace algún tiempo nuestro compañero ZETA, al fallecer mi padre, me escribió esto:
Cuando un ser querido se ausenta permanentemente, se sufre y el dolor nos parece insuperable.
Cuando ha partido, el corazón se nos achica y nos salen aquellas carencias que con ellos hemos tenido.
Nos ahoga esa culpabilidad por no haberle dicho aquello, o por no haber hecho lo otro.
El dolor de la ausencia nos empaña, agravado por aquellas cosas que nos pesan.
Una madre ( un marido, un padre ....), nunca se ausenta del todo.
Cuando la serenidad, el amor y la dedicación que les debemos, a quienes continúan en nuestro entorno; las responsabilidades diarias y cotidianas, nos hacen ver que la vida continúa; nos viene el grato recuerdo del ausente: sus risas, sus manías, sus abrazos, sus besos, sus consejos, sus recetas; y en vez de dolor, nos aparece una sonrisa. Sigue en nuestros pensamientos de una forma cotidiana. El dolor se amortigua, con la paz y los recuerdos.
Es posible que esos mismos gratos recuerdos, nos hagan aflorar de nuevo las lágrimas, pero el llanto es distinto.
Nuestra madre ( un marido, un padre ....) siempre seguirá con nosotros; seguirá siendo un referente.
Recordamos más que nunca, sus consejos, sus soluciones; y poco a poco, volveremos a hablar de ella (él) con naturalidad ........... sin dolor, como una referencia importante porque ................. no se fue del todo.
Un fuerte beso Pili.