Cuando las circunstancias obligan a preparar el viaje, que nadie deseamos iniciar; solo nos queda el procurar hacerlo lo más llevadero posible a nuestra tripulación, que en definitiva, es quien va a acompañarnos hasta la última puerta de embarque. Te deseo que los preparativos de la marcha, sean como -tantas veces mentalmente proyectaste- y que cuando cruces el umbral de ese territorio, que siempre nos preocupa por desconocido, lo hagas con la paz interior de haberlo hecho como pensaste, y con el convencimiento de ir acompañado del amor de los tuyos, y el respeto y recuerdo, de todos los que te pudieran importar.
El resto, querido amigo, carece de importancia.