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Verano de tiendas

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La ocupación de los campings españoles crece. Cada vez hay más personas que se dejan seducir por esta forma de vida natural y libre

Hubo un tiempo en el que ir de acampada consistía en coger los bártulos, meter a toda la familia en el coche y plantar la tienda en un lugar tranquilo. Sin rendir cuentas a nadie ni hacer reserva previa. «Sólo nos preocupaba no olvidarnos la nevera, el camping gas y el saco de dormir. Instalábamos el chiringuito donde más nos gustara en la costa andaluza, y disfrutábamos en familia». Así recuerda sus vacaciones de infancia Elisa Mesa, una granadina de 35 años. Sin grandes comodidades, en plena naturaleza, lejos del bullicio de la ciudad. Su padre es frutero, y por aquel entonces tenía un camión con el que se iban de vacaciones. «Era una tortura. Algunas noches se me resentía mucho la espalda». La cosa fue cambiando. La acampada libre se prohibió, las incómodas esterillas dieron lugar a las camas hinchables y la familia de Elisa empezó a ir a campings. Ella lo sigue haciendo, ahora con su marido y sus hijas, y no lo cambiaría por un hotel. Así desconecta de la rutina y se reencuentra con la naturaleza, que tan lejana le parece en la ciudad. Para Elisa, no es solo su manera de veranear; es su manera de entender la vida.

Los primeros campings de España se abrieron en los años 50 en Gerona. Su enclave estratégico, entre España y Francia, a los pies de los Pirineos y bañado por el Mediterráneo, permitió el desarrollo del sector. Al principio no eran más que explanadas desnudas con precarios aseos y duchas generalmente de agua fría. En los 60 se extendieron, sobre todo a la costa mediterránea, coincidiendo con la apertura al turismo. Los españoles tardaron en encontrarle el gusto, pero una vez lo hicieron, a finales de los 70, la cifra de campistas nacionales no ha parado de crecer, igual que el número de campings: cerca de 1.200 a día de hoy, con casi 700.000 plazas.

Los turistas extranjeros son unos enamorados de nuestros campings, que se sitúan entre los mejores de Europa. La proximidad hace que los franceses sean los más numerosos en los meses de temporada alta: el año pasado, cerca de un 30%. Los nórdicos, en cambio, son los principales clientes de los campings costeros que no cierran en invierno.

Tras unos años en los que las cifras de usuarios apenas se movieron, la tendencia ha cambiado. En la primera mitad de 2010 la ocupación aumentó un 3,4% respecto al mismo periodo de 2009, y casi un 27% respecto a 2008, y es el único alojamiento no hotelero en el que este dato se ha incrementado significativamente. La primera interpretación es que la crisis está haciendo que muchas familias opten por ir de camping porque es más económico. «No es el único motivo. Estamos haciendo una promoción muy fuerte y percibimos un cambio de mentalidad en la gente: ya no lo consideran una actividad de segunda», afirman los responsables de la Federación Española de Campings y Parques de Vacaciones (FEEC).

El salto cualitativo que han protagonizado las instalaciones ha ayudado a este cambio de percepción. Algunos campings son complejos en mayúsculas, sin nada que envidiar a las ciudades de vacaciones de cemento. Cuando Valentín Ruiz, de Mondragón, en Guipúzcoa, empezó a ir de camping, hace más de 20 años, su única opción era dormir en tienda. «Ahora es un lujo. Las parcelas tienen toma de corriente y de agua, los bungalows son más cómodos que algunos hoteles», afirma desde el camping Picos de Europa, en Onís, Asturias.

Hace cuatro años, él y su familia alquilaron una autocaravana, y se sintieron tan a gusto que compraron una. «Desde entonces, no hemos parado. Los fines de semana nos escapamos a lugares cercanos». El caravaning ha crecido en España por encima de la media europea. «Son yates sobre ruedas, tanto por comodidades como por precio: alrededor de 80.000 euros», señala Carmen López, propietaria del camping Playa de Poniente, en Motril, Granada. «Es gente a la que le gusta la vida natural, con un poder adquisitivo alto, que aleja el estereotipo del camping como lugar de vacaciones barato».

Con el cielo como techo

Juan Pérez, de Jerez de la Frontera, en Cádiz, fue por primera vez a este camping asturiano poco después de que lo inauguraran, a finales de los 80. Dos décadas después ha vuelto con su mujer y su hijo, y los cambios le han asombrado. «Han aumentado mucho los cuartos de baño y duchas, y el servicio de limpieza es constante». Juan también tiene autocaravana, pero este año ha preferido la tradicional tienda de campaña. «La niña ha pegado un estirón y no cabe en la litera. Así que hemos montado nuestra choza en medio de la naturaleza». Eso es lo que buscan los campistas: disfrutar de la libertad de vivir sin muros ni puertas, con el cielo como techo, rodeados de vegetación. «A la gente no sólo le atrae la playa; también la amplitud y los espacios verdes», revela Carmen López. En el caso del camping asturiano, es aún más evidente. «Aquí sólo hay montaña y naturaleza», explica Ramón Álvarez, su propietario. «A los campistas les encanta despertarse con el canto de los pájaros, sentir la brisa de la mañana, notar si llueve o hace sol...».

Las familias aprovechan sus vacaciones para reforzar sus lazos afectivos. La convivencia alejada de lujos, en un espacio reducido, hace que el roce sea inevitable. Las fricciones también se notan más. «Pero se olvidan antes», dice Juan. Él desayuna cada mañana con su mujer y su hija en su parcela. «Es muy importante. Nos permite empezar el día charlando tranquilamente». Para Elisa, además, es una forma de ampliar sus amistades. «En un hotel, cierras la puerta y estás solo. Aquí estás en contacto continuo con la gente, aprendiendo y enseñando. El camping es como un gran hermano». No hay pudores que valgan. «Aunque no nos conozcamos, siempre saludamos al pasar por una parcela. Y a los dos días, ya estás tomando café con esa persona».

Los niños disfrutan mucho. «Me encanta ver a mis hijas alejadas del ordenador», afirma la granadina. «Juegan con otros niños, se pelean, se arreglan... Y los mayores estamos más libres, porque sabemos dónde están». No hace falta que se alejen para divertirse. Niños y mayores disponen de todo tipo de instalaciones recreativas: piscina, pistas de tenis y pádel, cancha de baloncesto... En el camping asturiano incluso tienen un pequeño centro turístico para que los montañeros planifiquen sus rutas. En el camping de Motril, Elisa y su familia pueden vivir tranquilamente sin usar el coche para desplazarse. «Para ir a la playa sólo tenemos que curzar un pequeño paseo».

«¡Y además son baratos!», exclama el propietario del camping de Asturias. Si tomamos como ejemplo a una familia de cuatro personas, pasar una semana en una parcela, en tienda o caravana, con toma de agua y luz, puede costar entre 250 y 300 euros. Si optan por un bungalow, la media es de 600 euros. «Aun así, la gente ha reducido el número de noches que pasa», afirma Carmen López. «No hemos subido el IVA para no modificar los precios iniciales». Tanto el camping de Carmen como el de Ramón están este verano prácticamente al 100%. Cada vez hay más gente que se deja seducir por la vida natural, lejos del alboroto de la ciudad y a un precio muy razonable. «Pero no todo el mundo está dispuesto a probarlo -sentencian desde la FEEC-, porque ir de camping es más que ir de vacaciones; es una filosofía de vida».

publicado en: http://www.ideal.es/
 
A mi sigue habiendo cosas que no me cuadran, si han crecido en un 19% desde el año pasado por que dicen que han notado tanto la crisis y siguen estando en contra de las areas de pernocta, o es que ¿estan ran preparando el siguiente pelotazo especulativo?
 
Hola. Esta bonito el aumento del campismo como reflejan los medios de comunicación, el único en el sector turístico!! Pero parece que eso conlleva como apunta cormorán, un cierto tufillo :pale: del cual no e visto ninguna noticia en ningún medio, se trata del aumento de precios en la venta de mobilhomes ya instaladas en camping, del aumento de zonas destinadas para estas y de la incursión en el sector de personas vinculadas anteriormente al sector clásico de la costruccion, hay auténticos pelotazos en algunos camping de la zona de cantabria y Asturias, que llevo todo el veranillo mirando y es para flipar. Bueno esperemos no entrar en el juego de esta gente, sin mas un saludo:flower:
 
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