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Ir de vacaciones no significa viajar lejos. Así lo piensa un grupo de familias que año tras año eligen el camping de Getafe para sofocar el calor. Viven en la zona Sur de Madrid, a escasos veinte minutos de su casa en coche, pero se niegan a pasar el verano en un bloque de pisos. Lo consideran un oasis en el centro de un polígono.
Mari Carmen vive en Villaverde Alto y desde hace 24 años acude siempre que puede con su familia a la caravana que tienen en una de las parcelas. Es septiembre y su marido y sus hijos ya está trabajando, pero eso no les ha obligado a retornar a casa.
Tan sólo acuden para recoger el correo o poner una lavadora. Como la familia de Mari Carmen hay muchas. Todos destacan la amistad que se origina al estar continuamente en la calle. Muchos de ellos incluso se van juntos cuando deciden irse de vacaciones a otros lugar. "Siempre un camping, por supuesto", matizan.
Los chavales, aún sin colegio, nadan en la piscina o corretean libremente. "Es un camping tranquilo y familiar", resalta Nuria Privado, recepcionista desde hace diez años, que presume de la seguridad que hay en el recinto. A las 12 de la noche el ruido cesa del todo, y en eso se declara "inflexible".
Sólo en Nochevieja la norma se rompe. Grupos de amigos y familias completas eligen este lugar para celebrar el cotillón de fin de año. Muchos se conocen de los veranos y eligen comenzar juntos un nueva etapa.
En plena crisis económica los españoles han tomado este verano una decisión drástica: moderar sus gastos en vacaciones. Por esta razón, muchos veraneantes han sustituido los hoteles o apartamentos por las tiendas de campaña o los bungalows en un camping.
El de Getafe ha sido uno de ellos. Nuria Privado asegura que la ocupación de este año no se ha visto resentida, como ha ocurrido en otro tipo de alojamientos veraniegos. Quizá todo lo contrario. Esta forma de vacaciones es ideal para que el bolsillo no se resienta. El precio medio de una noche en una habitación doble de hotel, unos 100 euros, sería similar al que pagaría una familia de cuatro personas por estar tres días veraneando en un camping.
fuente: Gente Digital · Información local, nacional e internacional · gentedigital.es
Mari Carmen vive en Villaverde Alto y desde hace 24 años acude siempre que puede con su familia a la caravana que tienen en una de las parcelas. Es septiembre y su marido y sus hijos ya está trabajando, pero eso no les ha obligado a retornar a casa.
Tan sólo acuden para recoger el correo o poner una lavadora. Como la familia de Mari Carmen hay muchas. Todos destacan la amistad que se origina al estar continuamente en la calle. Muchos de ellos incluso se van juntos cuando deciden irse de vacaciones a otros lugar. "Siempre un camping, por supuesto", matizan.
Los chavales, aún sin colegio, nadan en la piscina o corretean libremente. "Es un camping tranquilo y familiar", resalta Nuria Privado, recepcionista desde hace diez años, que presume de la seguridad que hay en el recinto. A las 12 de la noche el ruido cesa del todo, y en eso se declara "inflexible".
Sólo en Nochevieja la norma se rompe. Grupos de amigos y familias completas eligen este lugar para celebrar el cotillón de fin de año. Muchos se conocen de los veranos y eligen comenzar juntos un nueva etapa.
En plena crisis económica los españoles han tomado este verano una decisión drástica: moderar sus gastos en vacaciones. Por esta razón, muchos veraneantes han sustituido los hoteles o apartamentos por las tiendas de campaña o los bungalows en un camping.
El de Getafe ha sido uno de ellos. Nuria Privado asegura que la ocupación de este año no se ha visto resentida, como ha ocurrido en otro tipo de alojamientos veraniegos. Quizá todo lo contrario. Esta forma de vacaciones es ideal para que el bolsillo no se resienta. El precio medio de una noche en una habitación doble de hotel, unos 100 euros, sería similar al que pagaría una familia de cuatro personas por estar tres días veraneando en un camping.
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