Empezaré presentándome formalmente, y aunque suene a coletilla manida, leo desde hace tiempo vuestras colaboraciones, pues considero que la información de primera mano siempre es más que útil. Colaboro en otros foros de viajes y como no se trata de avasallar, no había participado en el vuestro hasta la fecha, pero en esta ocasión me parece el más adecuado para dar salida a la profunda tristeza que le ha causado a mi familia la nefasta experiencia que hemos vivido en ese camping.
Habíamos reservado plaza en mayo, conocíamos las instalaciones porque habíamos estado en el que está enfrente (Caños de Meca) el año anterior pero al ir a jugar al tenis al Pinar de San José, nos pareció que tenía plazas más amplias y un ambiente más familiar. En el camping Caños de Meca tienes tablaos y gallos cantarines constantes y plazas demasiado juntas, así que era una mejora a priori.
Tuvimos que cambiar de plaza en varias ocasiones porque nos habían dado una demasiado pequeña, o para caravanas, y a la tercera instalamos la tienda y demás aparejos: unas 3 horas incluyendo la ayuda de un niño de 8 años. El problema empezó a eso de las 5 de la tarde. En la plaza de al lado aparece un grupo de 6 o 7 individuos cuyo único material de camping era tres tiendas quechua 2 sec y bmw con la música a tope, junto con un cargamento de bebidas de todo tipo. Nada más, con lo cual era bastante evidente que no eran un grupo tranquilo que se iba a dedicar al punto de cruz precisamente.
El de mantenimiento les conmina a bajar la música, pero tal cual se da la vuelta, la suben de nuevo. Nueva queja en recepción y aparece una persona indicándole cuáles son las normas. Quitan la música, pero a cambio, durante el resto de tiempo hasta las 12 de la noche, diálogos a gritos, conversaciones sobre drogas, imposible cenar o pensar con un grupo de impresentables gritones y hasta arriba de bebida, sólo esperando a irse de marcha. De hecho aparecen más, en total entre 8 o 10 personajes borrachos al lado de una familia con un niño. No puede ser.
Nueva queja, pero lo único que dicen en recepción es que "probablemente" tengan que ser expulsados al día siguiente. A las 12 de la noche, que según las normas del camping se impone silencio absoluto y después de una tarde de espanto, tenemos que hacer una nueva visita al guarda de seguridad, que aparece más tarde para decirles que se callen, pero ya se iban de fiesta, con lo que para el camping "problema resuelto". Pero entonces otro grupo de "señoritas" situadas al otro lado y que se han dedicado a lo mismo (botellón), deciden discutir durante horas a voz en grito hasta las 5 de la madrugada. El de seguridad dice que ya habían sido amonestadas el día anterior, pero como no ha pasado nada más en su perjuicio, al día siguiente han hecho exactamente lo mismo.
Ninguna persona se ha paseado desde las 12:30 por las parcelas, porque a partir de las 3 AM el propio guardia explica que tiene que estar en la entrada porque no hay nadie más, con lo que quedas a merced de cualquier grupito practicante del botellón. El guarda dice que no puede hacer más, sólo llamar a la guardia civil, y que ha dicho en infinidad de ocasiones a la dirección que esos grupos y las familias no son compatibles (con lo que no es la primera vez que se han visto estas situaciones en ese camping), pero que así la están las cosas. Nos quedamos perplejos.
Aparece el grupo del bmw a las 8 de la mañana, en peor estado del que se fueron. Les dicen en recepción que les expulsan PERO nadie les acompaña a la parcela para poner orden en el desalojo y evitar que se enfrenten a la familia que se ha quejado en infinidad de ocasiones, con lo que quedamos a su merced, y ocurre lo peor: amenazas del tipo (y perdón por el lenguaje) "no hay cojones", o "esto se arregla a machetazos". Como soy una mujer cabal, evito cualquier encontronazo ante una situación tan violenta y viendo el cariz del asunto y el desamparo por parte de los responsables del camping, llamo yo directamente a la guardia civil, y eso sí, en cuanto aparecen (con suma rapidez, un servicio impecable) 3 patrullas, estos tíos como la seda, ahora sí son acompañados fuera por la autoridad. Nadie, repito, nadie del camping se presenta allí en este momento clave.
A todo esto, hemos estado toda la noche sin dormir, y encima nos dicen que no tienen constancia de ningún otro problema por la noche. Pero las "señoritas" del botellón, hicieron lo que quisieron e iban a seguir haciéndolo, con lo que decidimos irnos. En 24 horas hemos puesto y quitado tienda familiar, cocina, etc, y me he quejado más que en cualquier establecimiento de todos los viajes que he hecho alrededor del mundo. Todo en el día del cumpleaños de mi hijo.
El director aparece después nos ofrece disculpas, el reembolso del importe de la reserva pagada 2 meses antes y cierta explicación de sus circunstancias personales que no vienen al caso, pero el asunto clave es que sí pueden hacer valer su derecho de admisión como en cualquier alojamiento, porque un grupo de 10 ejemplares como los descritos se sabe a lo que van, y ante la más mínima queja, hay que hacer un seguimiento constante y estar encima de los elementos que causan problemas (como las "señoritas" que discuten dos noches seguidas a voz en grito). Y si hay que llamar a la guardia civil, se llama. Yo tuve que hacerlo, pero debería haber sido el camping.
No me vale eso de que "el sur es así", de eso nada, indeseables los hay aquí y en Noruega, pero si les pones a la primera salida del tiesto en su sitio (en la calle), tendrás menos problemas. Y desde luego, un camping familiar no es este establecimiento, había muchos grupos nada familiares dispuestos a disfrutar del botellón y bebiendo sin descanso desde primera hora de la tarde. Pueden pasar cosas graves al intentar llenar el camping como sea (no parece que esté siendo un buen año en cuanto a ocupación), en la mano de la dirección esta.
Tampoco sirve decirnos que "hemos tenido mala suerte": la suerte para un juego de azar, pero los problemas de convivencia causados por indeseables exigen acciones inmmediatas que nadie, repito nadie del camping ha tomado. Incluso un responsable tuvo la desfachatez de decirnos que habíamos elegido una mala plaza... No señores, han elegido mal público, el del botellón, que les va a causar muchos problemas. Un negocio exige trabajo, y en nuestro caso, ustedes no han hecho nada por solucionar los problemas que nos han estado causando desde nuestra llegada.
Por nuestra parte, nos han arruinado las vacaciones, en expectativas y económicamente (1400 km de combustible no es barato).
Mención aparte tiene el resto de campistas de alrededor, que una vez aparecida la guardia civil nos vienen a felicitar, eso sí, nadie más hizo el más mínimo esfuerzo de quejarse de todos esos indeseables, aunque como dijeran después, molestaban mucho. Deben de tener amplias tragaderas, pero me entristece esa actitud en nuestro país. Así nos va.
Lamento la extensión, y le deseo lo mejor a este establecimiento, eso sí, aunque ha sido a mi costa. Mi hijo ha vivido el peor cumpleaños de su vida, y el que nunca lo olvide será achacable exclusivamente a los responsables del camping Pinar de San José.
Habíamos reservado plaza en mayo, conocíamos las instalaciones porque habíamos estado en el que está enfrente (Caños de Meca) el año anterior pero al ir a jugar al tenis al Pinar de San José, nos pareció que tenía plazas más amplias y un ambiente más familiar. En el camping Caños de Meca tienes tablaos y gallos cantarines constantes y plazas demasiado juntas, así que era una mejora a priori.
Tuvimos que cambiar de plaza en varias ocasiones porque nos habían dado una demasiado pequeña, o para caravanas, y a la tercera instalamos la tienda y demás aparejos: unas 3 horas incluyendo la ayuda de un niño de 8 años. El problema empezó a eso de las 5 de la tarde. En la plaza de al lado aparece un grupo de 6 o 7 individuos cuyo único material de camping era tres tiendas quechua 2 sec y bmw con la música a tope, junto con un cargamento de bebidas de todo tipo. Nada más, con lo cual era bastante evidente que no eran un grupo tranquilo que se iba a dedicar al punto de cruz precisamente.
El de mantenimiento les conmina a bajar la música, pero tal cual se da la vuelta, la suben de nuevo. Nueva queja en recepción y aparece una persona indicándole cuáles son las normas. Quitan la música, pero a cambio, durante el resto de tiempo hasta las 12 de la noche, diálogos a gritos, conversaciones sobre drogas, imposible cenar o pensar con un grupo de impresentables gritones y hasta arriba de bebida, sólo esperando a irse de marcha. De hecho aparecen más, en total entre 8 o 10 personajes borrachos al lado de una familia con un niño. No puede ser.
Nueva queja, pero lo único que dicen en recepción es que "probablemente" tengan que ser expulsados al día siguiente. A las 12 de la noche, que según las normas del camping se impone silencio absoluto y después de una tarde de espanto, tenemos que hacer una nueva visita al guarda de seguridad, que aparece más tarde para decirles que se callen, pero ya se iban de fiesta, con lo que para el camping "problema resuelto". Pero entonces otro grupo de "señoritas" situadas al otro lado y que se han dedicado a lo mismo (botellón), deciden discutir durante horas a voz en grito hasta las 5 de la madrugada. El de seguridad dice que ya habían sido amonestadas el día anterior, pero como no ha pasado nada más en su perjuicio, al día siguiente han hecho exactamente lo mismo.
Ninguna persona se ha paseado desde las 12:30 por las parcelas, porque a partir de las 3 AM el propio guardia explica que tiene que estar en la entrada porque no hay nadie más, con lo que quedas a merced de cualquier grupito practicante del botellón. El guarda dice que no puede hacer más, sólo llamar a la guardia civil, y que ha dicho en infinidad de ocasiones a la dirección que esos grupos y las familias no son compatibles (con lo que no es la primera vez que se han visto estas situaciones en ese camping), pero que así la están las cosas. Nos quedamos perplejos.
Aparece el grupo del bmw a las 8 de la mañana, en peor estado del que se fueron. Les dicen en recepción que les expulsan PERO nadie les acompaña a la parcela para poner orden en el desalojo y evitar que se enfrenten a la familia que se ha quejado en infinidad de ocasiones, con lo que quedamos a su merced, y ocurre lo peor: amenazas del tipo (y perdón por el lenguaje) "no hay cojones", o "esto se arregla a machetazos". Como soy una mujer cabal, evito cualquier encontronazo ante una situación tan violenta y viendo el cariz del asunto y el desamparo por parte de los responsables del camping, llamo yo directamente a la guardia civil, y eso sí, en cuanto aparecen (con suma rapidez, un servicio impecable) 3 patrullas, estos tíos como la seda, ahora sí son acompañados fuera por la autoridad. Nadie, repito, nadie del camping se presenta allí en este momento clave.
A todo esto, hemos estado toda la noche sin dormir, y encima nos dicen que no tienen constancia de ningún otro problema por la noche. Pero las "señoritas" del botellón, hicieron lo que quisieron e iban a seguir haciéndolo, con lo que decidimos irnos. En 24 horas hemos puesto y quitado tienda familiar, cocina, etc, y me he quejado más que en cualquier establecimiento de todos los viajes que he hecho alrededor del mundo. Todo en el día del cumpleaños de mi hijo.
El director aparece después nos ofrece disculpas, el reembolso del importe de la reserva pagada 2 meses antes y cierta explicación de sus circunstancias personales que no vienen al caso, pero el asunto clave es que sí pueden hacer valer su derecho de admisión como en cualquier alojamiento, porque un grupo de 10 ejemplares como los descritos se sabe a lo que van, y ante la más mínima queja, hay que hacer un seguimiento constante y estar encima de los elementos que causan problemas (como las "señoritas" que discuten dos noches seguidas a voz en grito). Y si hay que llamar a la guardia civil, se llama. Yo tuve que hacerlo, pero debería haber sido el camping.
No me vale eso de que "el sur es así", de eso nada, indeseables los hay aquí y en Noruega, pero si les pones a la primera salida del tiesto en su sitio (en la calle), tendrás menos problemas. Y desde luego, un camping familiar no es este establecimiento, había muchos grupos nada familiares dispuestos a disfrutar del botellón y bebiendo sin descanso desde primera hora de la tarde. Pueden pasar cosas graves al intentar llenar el camping como sea (no parece que esté siendo un buen año en cuanto a ocupación), en la mano de la dirección esta.
Tampoco sirve decirnos que "hemos tenido mala suerte": la suerte para un juego de azar, pero los problemas de convivencia causados por indeseables exigen acciones inmmediatas que nadie, repito nadie del camping ha tomado. Incluso un responsable tuvo la desfachatez de decirnos que habíamos elegido una mala plaza... No señores, han elegido mal público, el del botellón, que les va a causar muchos problemas. Un negocio exige trabajo, y en nuestro caso, ustedes no han hecho nada por solucionar los problemas que nos han estado causando desde nuestra llegada.
Por nuestra parte, nos han arruinado las vacaciones, en expectativas y económicamente (1400 km de combustible no es barato).
Mención aparte tiene el resto de campistas de alrededor, que una vez aparecida la guardia civil nos vienen a felicitar, eso sí, nadie más hizo el más mínimo esfuerzo de quejarse de todos esos indeseables, aunque como dijeran después, molestaban mucho. Deben de tener amplias tragaderas, pero me entristece esa actitud en nuestro país. Así nos va.
Lamento la extensión, y le deseo lo mejor a este establecimiento, eso sí, aunque ha sido a mi costa. Mi hijo ha vivido el peor cumpleaños de su vida, y el que nunca lo olvide será achacable exclusivamente a los responsables del camping Pinar de San José.