MAAC
Ante todo, campista
Ante todo, buenos días.
En este nuestro mundo campista, uno no hace más que intentar evolucionar. Primero consigues que te presten una tienda canadiense para probar que es eso de las acampadas, luego te la compras, una pequeña, después otra grande, posteriormente adquieres una caravana de segunda mano y unos años después la cambias por una nueva. ¡¡Qué ilusión verla flamante en el garaje esperando usarla un fin de semana si y otro también!! Pero como la tendencia del ser humano es ir hacia el más difícil todavía, te dejas sorprender por tu compañera de viajes echando un vistazo (eso le dices tú) a los catálogos de autocaravanas y con voz cándida pero autoritaria te dice aquello de: Serás insensato, no tiene ni dos años la caravana y ya estás pensando en cambiarla… Pues sí, pero no se lo dices. No cariño, es solo por curiosear. ¡¡Y una leche, con perdón.!!
Hasta aquí, es más o menos el discurrir de la gran mayoría de caravaneros que conozco y en este saco me incluyo, como no. Je, je. Primero me compro la “auto” mientras que vengan las niñas y luego la camper cuando estemos solos y …. La libertad total.
Pero después de esta meditación profunda y personal, me entra una gran tristeza en el cuerpo porque sé que no voy a poder hacer realidad mis sueños. No, no es por el dinero, que ya se ahorrará, ni por mi incansable esposa, la cual me preocuparé de convencer en su momento, no. Es sencillamente por el hecho de que cuando, en el futuro, la hubiera podido tener, no tendría sitio a donde ir con ella. En todos los lugares bonitos a los que me apetecería ir, estaría prohibido parar, no podría pasar noche en ningún pueblo de Europa, porque todos habrían declarado la guerra a estos elementos de ocio, no me dejarían ver un amanecer a orillas del mar porque todo estaría vallado, etc, etc, etc…..
¿Y todo por qué? Pues por que los que me precedieron, se encargaron de hacer que nos tomaran por indeseables, allí donde fuéramos, masificando los aparcamientos, playas, plazas y explanadas con nuestros elementos, dejando basura halla por donde pasáramos, invadiendo propiedades privadas, creyéndonos los reyes del mundo. ¿Pero cómo se puede ser tan bobo pensando que estar rodeado de cien autocaravanas es libertad? ¿Cómo se puede ser tan lerdo como para acampar donde ya hay un montón de gente acampada? ¿Por qué nos engañamos pensando que pasar tres días en la playa es “turismo itinerante”?
Esto ya lo he vivido, no pudiendo acampar ahora con tienda de campaña en toda la geografía y lo volveré a vivir, muy pronto si no se pone remedio, con mi “futura” (cosa que dudo) autocaravana.
Pido disculpas por expresar mis pensamientos, no me tiembla la voz por ello, pero es lo que he sentido, una vez más, después de leer el artículo sobre las protestas de los vecinos de las playas de Motril en Granada publicado en las noticias de este portal.
No olvidemos que: tenemos derechos, pero también deberes.
P.D. Lamento no poderos decir en los maravillosos lugares donde practico la acampada libre con mi caravana, pero es que de hacerlo, me quedaría sin ellos.
En este nuestro mundo campista, uno no hace más que intentar evolucionar. Primero consigues que te presten una tienda canadiense para probar que es eso de las acampadas, luego te la compras, una pequeña, después otra grande, posteriormente adquieres una caravana de segunda mano y unos años después la cambias por una nueva. ¡¡Qué ilusión verla flamante en el garaje esperando usarla un fin de semana si y otro también!! Pero como la tendencia del ser humano es ir hacia el más difícil todavía, te dejas sorprender por tu compañera de viajes echando un vistazo (eso le dices tú) a los catálogos de autocaravanas y con voz cándida pero autoritaria te dice aquello de: Serás insensato, no tiene ni dos años la caravana y ya estás pensando en cambiarla… Pues sí, pero no se lo dices. No cariño, es solo por curiosear. ¡¡Y una leche, con perdón.!!
Hasta aquí, es más o menos el discurrir de la gran mayoría de caravaneros que conozco y en este saco me incluyo, como no. Je, je. Primero me compro la “auto” mientras que vengan las niñas y luego la camper cuando estemos solos y …. La libertad total.
Pero después de esta meditación profunda y personal, me entra una gran tristeza en el cuerpo porque sé que no voy a poder hacer realidad mis sueños. No, no es por el dinero, que ya se ahorrará, ni por mi incansable esposa, la cual me preocuparé de convencer en su momento, no. Es sencillamente por el hecho de que cuando, en el futuro, la hubiera podido tener, no tendría sitio a donde ir con ella. En todos los lugares bonitos a los que me apetecería ir, estaría prohibido parar, no podría pasar noche en ningún pueblo de Europa, porque todos habrían declarado la guerra a estos elementos de ocio, no me dejarían ver un amanecer a orillas del mar porque todo estaría vallado, etc, etc, etc…..
¿Y todo por qué? Pues por que los que me precedieron, se encargaron de hacer que nos tomaran por indeseables, allí donde fuéramos, masificando los aparcamientos, playas, plazas y explanadas con nuestros elementos, dejando basura halla por donde pasáramos, invadiendo propiedades privadas, creyéndonos los reyes del mundo. ¿Pero cómo se puede ser tan bobo pensando que estar rodeado de cien autocaravanas es libertad? ¿Cómo se puede ser tan lerdo como para acampar donde ya hay un montón de gente acampada? ¿Por qué nos engañamos pensando que pasar tres días en la playa es “turismo itinerante”?
Esto ya lo he vivido, no pudiendo acampar ahora con tienda de campaña en toda la geografía y lo volveré a vivir, muy pronto si no se pone remedio, con mi “futura” (cosa que dudo) autocaravana.
Pido disculpas por expresar mis pensamientos, no me tiembla la voz por ello, pero es lo que he sentido, una vez más, después de leer el artículo sobre las protestas de los vecinos de las playas de Motril en Granada publicado en las noticias de este portal.
No olvidemos que: tenemos derechos, pero también deberes.
P.D. Lamento no poderos decir en los maravillosos lugares donde practico la acampada libre con mi caravana, pero es que de hacerlo, me quedaría sin ellos.