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Make Arizmendi y Peter Kemp, dueños de un camping: Inquilinos con la casa a cuestas

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A María Jesús Arizmendi todo el mundo la llama Make. Junto a su marido, el irlandés Peter Kemp, regentan desde 1990 el camping de Nerja, situado a las afueras del núcleo pedáneo de Maro. Ella es vasca -nacida en Irún- y se conocieron en Madrid, donde Kemp daba clases de inglés. En 1987 decidieron poner rumbo al sur - «buscando el sol y huyendo del mundanal ruido de la capital», explican-, y recalaron en Nerja. «Nos enamoró el pueblo y su privilegiado entorno natural. Aficionados a la práctica del camping -aunque sin experiencia previa en el mundo de la hostelería-, decidieron montar el primer, y hasta todavía hoy, único camping de la localidad del Balcón de Europa.

Arizmendi y Kemp compraron una parcela de unos 8.000 metros cuadrados a las afueras de Maro, en la que sólo había un gran algarrobo -que todavía hoy sigue en mitad de la finca-, unos 20 olivos y más de 3.000 toneladas de piedras. Dieciocho años después, la zona se ha transformado por completo, hasta convertirse en un auténtico vergel, con decenas de plantas y árboles, como eucaliptos, jacarandas, chopos, buganvillas, pinos, cipreses... «Intentamos que sea lo más parecido a un oasis natural, donde reina la tranquilidad», dice Arizmendi mientras abre la puerta del camping a una pareja de jóvenes madrileños que acaban de llegar para instalarse.

«Ahora en verano tenemos más clientes españoles, sobre todo los fines de semana. En cambio, entre semana, hay franceses e italianos. Los alemanes y holandeses han dejado de venir», detalla la propietaria del camping nerjeño, para quien lo mejor de su trabajo es «la cantidad de gente diferente que conoces en un mismo día». «Al mismo tiempo, el hecho de vivir aquí todo el año te resta un poco de intimidad», agrega. «Pero, bueno, ya nos hemos acostumbrado», confiesa.

En sus instalaciones, Arizmendi y Kemp ofrecen un total de 50 parcelas, donde es posible instalar tanto tiendas de campaña como caravanas o autocaravanas. En los últimos años, han optado también por adquirir 'bungalows', una modalidad que ofrece muchas más comodidades a los clientes que viajan con la casa a cuestas. Los precios para pasar una estancia en el camping nerjeño oscilan, en función, precisamente, de la modalidad de alojamiento elegida. Así, las parcelas cuestan, en temporada alta, entre 21 y 25 euros, mientras que los 'bungalows' salen por 78 euros al día para cuatro personas. En invierno, estos precios pueden bajar hasta un 60%.

Vecinos que roncan

«Con la crisis actual, parece que la gente está optando cada vez más por los camping», confiesa Arizmendi, quien no obstante, distingue entre los clientes que practican esta fórmula de alojamiento porque les gusta y los que lo hacen 'por obligación'. «El campista debe cumplir una serie de normas que son básicas, de respeto y buen trato con los vecinos», opina. Precisamente, la proximidad entre las parcelas provoca más de una situación hilarante. «Más de una vez han venido a quejarse porque el vecino roncaba mucho», comenta entre risas Arizmendi. «A los extranjeros, e incluso a la gente del norte, les llama mucho la atención el sonido de las chicharras», detalla.

Desde hace dos años, el camping de Nerja ha sufrido «las consecuencias del progreso». La construcción de la autovía A-7 hasta Motril dejó el recinto a apenas unos metros de la carretera. Las consecuentes molestias han sido muchas durante los años que duraron las obras. A cambio, el camping está ahora a apenas 45 minutos del aeropuerto malagueño. «Estamos reclamando que nos pongan unas pantallas antisónicas», explica Arizmendi. A sus 57 años, esta nerjeña de adopción confiesa que cada vez añora más su tierra natal. «No sé lo que pasará en el futuro. Aquí estamos muy bien, pero quizá lo dejemos todo algún día», confiesa.

fuente: SUR, diario de Málaga. Noticias y actualidad de Málaga
 
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