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Los dueños del Monte Holiday, en el valle del Lozoya, promueven el ahorro
de agua y energía, a la vez que apuestan por el avistamiento de aves
Un entorno natural con hermosos paisajes, senderos por los que caminar, ir en bicicleta, posibilidades de observar aves y ver plantas es un patrimonio con un valor enorme, por eso el turismo de naturaleza se ha revelado en los últimos años como una opción muy apreciada y como un importante dinamizador de la economía en el ámbito rural.
El camping es una posibilidad de disfrutar del medio natural con una mínima agresión al entorno. En el valle del Lozoya, en Madrid, el camping Monte Holiday ofrece a sus clientes actividades al aire libre. Aparte de las clásicas rutas a pie, en bici o a caballo, una de sus propuestas son los cursos de identificación de aves que realiza en colaboración con la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife).
«Esta zona es ideal para observar aves y hay muchos aficionados. Los cursos han tenido éxito y los programaremos de nuevo la próxima primavera», explica Antonio González, director del camping. «Hacemos dos tipos de cursos de identificación de aves: genérico y de rapaces específicamente. Por aquí es posible ver desde cigüeñas negras hasta águilas imperiales. De hecho, Gargantilla del Lozoya está adherido a la Red de Municipios por el Águila Imperial Ibérica, creada por SEO/BirdLife», añade.
En coherencia con su entorno y con las actividades que ofrecen, la gestión diaria del camping se realiza reduciendo al máximo los impactos ambientales. Por ello, desde 2007 tienen el certificado EMAS de gestión ambiental, «el más exigente y el que mejor se adapta al tipo de camping que queremos, muy natural. Hay que tener en cuenta que estamos en territorio del futuro Parque Nacional del Guadarrama», declara.
«Con este sello –continúa–, los niveles de exigencia los ponemos nosotros. Sobre todo incidimos en la reducción de consumo hídrico y eléctrico. Aunque dependemos del comportamiento de nuestros clientes».
Los edificios del establecimiento, dos bloques de aseos y duchas, y otro con el restaurante, la oficina y la tienda, tienen paneles de energía solar térmica para el agua de las duchas y de la calefacción «y tenemos en proyecto, y la subvención, para combinarlas con una caldera de biomasa que se alimentará con astillas de la madera de nuestras propias podas. Usábamos gasóleo C, pero con lo que ahorremos en combustible es suficiente para pagar la inversión», añade.
Instalaciones
En el camping trabajan unas 25 personas, una cifra que varía según sea temporada alta o baja, y está en una finca de 27 hectáreas, de las que sólo ocho están acondicionadas para tiendas, caravanas y bungalows. El resto es para pasear. En los bungalows están instalando pequeñas estufas de pellets. «Llenamos el depósito, de cuatro kilos de capacidad, antes de lleguen los clientes y, como tienen un termostato, es suficiente para tener muy buena temperatura. De hecho, este invierno han estado ocupados casi todos los fines de semana. Son como casas rurales, pero en el campo», explica.
Muchos fines de semana organizan actividades de divulgación ambiental «para implicar a los clientes en las buenas prácticas. Incluso damos un premio al ‘‘ecocampista’’, para reconocer a los que tienen un comportamiento más respetuoso», concluye.
publicado en: La Razón digital
de agua y energía, a la vez que apuestan por el avistamiento de aves
Un entorno natural con hermosos paisajes, senderos por los que caminar, ir en bicicleta, posibilidades de observar aves y ver plantas es un patrimonio con un valor enorme, por eso el turismo de naturaleza se ha revelado en los últimos años como una opción muy apreciada y como un importante dinamizador de la economía en el ámbito rural.
El camping es una posibilidad de disfrutar del medio natural con una mínima agresión al entorno. En el valle del Lozoya, en Madrid, el camping Monte Holiday ofrece a sus clientes actividades al aire libre. Aparte de las clásicas rutas a pie, en bici o a caballo, una de sus propuestas son los cursos de identificación de aves que realiza en colaboración con la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife).
«Esta zona es ideal para observar aves y hay muchos aficionados. Los cursos han tenido éxito y los programaremos de nuevo la próxima primavera», explica Antonio González, director del camping. «Hacemos dos tipos de cursos de identificación de aves: genérico y de rapaces específicamente. Por aquí es posible ver desde cigüeñas negras hasta águilas imperiales. De hecho, Gargantilla del Lozoya está adherido a la Red de Municipios por el Águila Imperial Ibérica, creada por SEO/BirdLife», añade.
En coherencia con su entorno y con las actividades que ofrecen, la gestión diaria del camping se realiza reduciendo al máximo los impactos ambientales. Por ello, desde 2007 tienen el certificado EMAS de gestión ambiental, «el más exigente y el que mejor se adapta al tipo de camping que queremos, muy natural. Hay que tener en cuenta que estamos en territorio del futuro Parque Nacional del Guadarrama», declara.
«Con este sello –continúa–, los niveles de exigencia los ponemos nosotros. Sobre todo incidimos en la reducción de consumo hídrico y eléctrico. Aunque dependemos del comportamiento de nuestros clientes».
Los edificios del establecimiento, dos bloques de aseos y duchas, y otro con el restaurante, la oficina y la tienda, tienen paneles de energía solar térmica para el agua de las duchas y de la calefacción «y tenemos en proyecto, y la subvención, para combinarlas con una caldera de biomasa que se alimentará con astillas de la madera de nuestras propias podas. Usábamos gasóleo C, pero con lo que ahorremos en combustible es suficiente para pagar la inversión», añade.
Instalaciones
En el camping trabajan unas 25 personas, una cifra que varía según sea temporada alta o baja, y está en una finca de 27 hectáreas, de las que sólo ocho están acondicionadas para tiendas, caravanas y bungalows. El resto es para pasear. En los bungalows están instalando pequeñas estufas de pellets. «Llenamos el depósito, de cuatro kilos de capacidad, antes de lleguen los clientes y, como tienen un termostato, es suficiente para tener muy buena temperatura. De hecho, este invierno han estado ocupados casi todos los fines de semana. Son como casas rurales, pero en el campo», explica.
Muchos fines de semana organizan actividades de divulgación ambiental «para implicar a los clientes en las buenas prácticas. Incluso damos un premio al ‘‘ecocampista’’, para reconocer a los que tienen un comportamiento más respetuoso», concluye.
publicado en: La Razón digital