Hola a todos y todas: Ayer, día 3 de julio, estuve en la Expo, y voy a explicaros la razón del titulo de este post:
La ExpoZaragoza está bien. No se puede decir que sea un fiasco. El problema es cómo te sientes cuando estás alli.
Afirmo que es un lugar apto solo para masoquistas, porque hace falta valor para perder un día, o varios, de vacaciones para terminar con toda probabilidad riñendo con los hijos, la mujer, el cuñado, la suegra, o cualquiera que te acompañe..... aparte de los cabreos morrocotudos que seguro que tienes que afrontar.
Para empezar, tienes que hacer colas kilométricas en todos los pabellones que valen un poco la pena (que tampoco es que sea para hechar cohetes), tienes que hacer colas de media hora para pedir una cerveza, tienes que hacer colas para devolver el puñetero vaso (que a algún alucinado se le ocurrió llamarle "ecológico" como escusa para cobrarte un pastón), tienes que hacer colas para pedir hora de visita para ver un determinado pabellón y no tener que esperar tanto en la cola, tienes que hacer colas para ir al water, ..... total, que de 12 horas de vista, te pegas 6 haciendo cola, 2 yendo de un pabellón a otro y 4 horas reales de visita.
Y el tema no se termina en la visita a los pabellones: Cuando quieres ir a comer algo tienes dos opciones: o gastarte una pasta gansa en los restaurantes elegantes de los pabellones (donde tambien hay que hacer colas kilométricas) o arriesgarte por salir del paso en una chiringuito de bocatas y los restaurantes "de batalla". En ambos casos vas a salir esquilmado, cabreado .... y lo que es peor: Con hambre.
En los bares (por llamarles de alguna forma), hay unos 6 u 8 jóvenes en cada uno de ellos. Supongo que sabrán idiomas, porque lo que es saber de hostelería, no tienen ni idea de lo que eso significa. Un camarero aficionado de las zonas de playa les dá 40 vueltas a los 6 u 8 que hay en cada chiringuito. Eso provoca colas, que aunque no sean muy largas, no te libras de los 20 minutos o media hora en ningún caso.
Si quieres salir del paso con un bocata, no te molestes en preguntar lo que hay, porque todos tienen tres bocatas: de jamón, chorizo y salchicón. Eso, teniendo suerte que no se haya acabado alguno de ellos a la hora de empezar la comida o la cena. Pero el problema no termina ahí: Si se te ocurre soñar con un bocata de jamón (en la tierra del jamón de Teruel), te encontrarás con un trozo de pan con una única loncha totalmente transparente (de lo fina que es).
El problema es más gordo todavía si decides comer o cenar en uno de los múltiples supuestos restaurantes de los bajos de los pabellones. Todos tienen el mismo menú, que no te puedes imaginar lo poco variado que es. Pero el problema viene después: Cuando ya te has decidido por un menú determinado, te encuentras con una minúscula ensalada, y un minúsculo segundo plato (por llamarle de alguna manera). Del postre, nada de nada. Y lo que es todavía más alucinante: No existe el pan.
Por lo antedicho, os recomiendo que no hagais el primo. Lo mejor es salir de la Expo por la parte este, y en el barrio del Actur hay un montón de restaurantes donde almenos podrás decir que has comido. Parece exagerado, pero es la realidad.
Volviendo a la visita de los pabellones, el timo del siglo es la Torre del Agua. Ese edificio "emblemático" de la Expo, es muy bonito por fuera, pero después de pasarte dos horas de cola, lo único que encuentras por dentro es una mole de 20 pisos vacia. Solo tiene en el centro un simulacro de gota de agua hecha añicos, y alrrededor de las paredes unas rampas kilométricas que harán las delicias de los que se dedican al futting, donde te pasas una hora subiendo y otra bajando para nada. Se supone que debería ser un lugar privilegiado para ver las estupendas vistas sobre el Ebro y el recinto de la Expo, pero las ventanas están diseñadas de tal forma que hay que hacer verdaderos equilibrios para poder divisar un pequeño trozo del recinto.
Todo lo anteriormente expuesto provoca en cualquier visitante un cabreo continuado, un sentimiento de "robo a mano armada legal", por lo que los masoquistas deben tener un orgasmo continuado a lo largo del día.
Por eso, aunque soy aragonés, la objetividad me obliga a recomendaros (muy a mi pesar) que aprovecheis vuestro tiempo libre en ver otros lugares mucho menos estresantes, como Ainsa, Albarracín, Teruel, El Pirineo, Ordesa, El Monasterio de Piedra, etc. etc. y dejar la visita a Zaragoza para el año que viene o, como mínimo, para pasado Septiembre.
Y si vais, me contais vuestra opinión después ....... si os quedan ganas.
La ExpoZaragoza está bien. No se puede decir que sea un fiasco. El problema es cómo te sientes cuando estás alli.
Afirmo que es un lugar apto solo para masoquistas, porque hace falta valor para perder un día, o varios, de vacaciones para terminar con toda probabilidad riñendo con los hijos, la mujer, el cuñado, la suegra, o cualquiera que te acompañe..... aparte de los cabreos morrocotudos que seguro que tienes que afrontar.
Para empezar, tienes que hacer colas kilométricas en todos los pabellones que valen un poco la pena (que tampoco es que sea para hechar cohetes), tienes que hacer colas de media hora para pedir una cerveza, tienes que hacer colas para devolver el puñetero vaso (que a algún alucinado se le ocurrió llamarle "ecológico" como escusa para cobrarte un pastón), tienes que hacer colas para pedir hora de visita para ver un determinado pabellón y no tener que esperar tanto en la cola, tienes que hacer colas para ir al water, ..... total, que de 12 horas de vista, te pegas 6 haciendo cola, 2 yendo de un pabellón a otro y 4 horas reales de visita.
Y el tema no se termina en la visita a los pabellones: Cuando quieres ir a comer algo tienes dos opciones: o gastarte una pasta gansa en los restaurantes elegantes de los pabellones (donde tambien hay que hacer colas kilométricas) o arriesgarte por salir del paso en una chiringuito de bocatas y los restaurantes "de batalla". En ambos casos vas a salir esquilmado, cabreado .... y lo que es peor: Con hambre.
En los bares (por llamarles de alguna forma), hay unos 6 u 8 jóvenes en cada uno de ellos. Supongo que sabrán idiomas, porque lo que es saber de hostelería, no tienen ni idea de lo que eso significa. Un camarero aficionado de las zonas de playa les dá 40 vueltas a los 6 u 8 que hay en cada chiringuito. Eso provoca colas, que aunque no sean muy largas, no te libras de los 20 minutos o media hora en ningún caso.
Si quieres salir del paso con un bocata, no te molestes en preguntar lo que hay, porque todos tienen tres bocatas: de jamón, chorizo y salchicón. Eso, teniendo suerte que no se haya acabado alguno de ellos a la hora de empezar la comida o la cena. Pero el problema no termina ahí: Si se te ocurre soñar con un bocata de jamón (en la tierra del jamón de Teruel), te encontrarás con un trozo de pan con una única loncha totalmente transparente (de lo fina que es).
El problema es más gordo todavía si decides comer o cenar en uno de los múltiples supuestos restaurantes de los bajos de los pabellones. Todos tienen el mismo menú, que no te puedes imaginar lo poco variado que es. Pero el problema viene después: Cuando ya te has decidido por un menú determinado, te encuentras con una minúscula ensalada, y un minúsculo segundo plato (por llamarle de alguna manera). Del postre, nada de nada. Y lo que es todavía más alucinante: No existe el pan.
Por lo antedicho, os recomiendo que no hagais el primo. Lo mejor es salir de la Expo por la parte este, y en el barrio del Actur hay un montón de restaurantes donde almenos podrás decir que has comido. Parece exagerado, pero es la realidad.
Volviendo a la visita de los pabellones, el timo del siglo es la Torre del Agua. Ese edificio "emblemático" de la Expo, es muy bonito por fuera, pero después de pasarte dos horas de cola, lo único que encuentras por dentro es una mole de 20 pisos vacia. Solo tiene en el centro un simulacro de gota de agua hecha añicos, y alrrededor de las paredes unas rampas kilométricas que harán las delicias de los que se dedican al futting, donde te pasas una hora subiendo y otra bajando para nada. Se supone que debería ser un lugar privilegiado para ver las estupendas vistas sobre el Ebro y el recinto de la Expo, pero las ventanas están diseñadas de tal forma que hay que hacer verdaderos equilibrios para poder divisar un pequeño trozo del recinto.
Todo lo anteriormente expuesto provoca en cualquier visitante un cabreo continuado, un sentimiento de "robo a mano armada legal", por lo que los masoquistas deben tener un orgasmo continuado a lo largo del día.
Por eso, aunque soy aragonés, la objetividad me obliga a recomendaros (muy a mi pesar) que aprovecheis vuestro tiempo libre en ver otros lugares mucho menos estresantes, como Ainsa, Albarracín, Teruel, El Pirineo, Ordesa, El Monasterio de Piedra, etc. etc. y dejar la visita a Zaragoza para el año que viene o, como mínimo, para pasado Septiembre.
Y si vais, me contais vuestra opinión después ....... si os quedan ganas.