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El Saler, pionero de los campings valencianos

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Hace 50 años el Ayuntamiento de Valencia inauguró, en la pinada de la Devesa, la primera instalación para los campistas valencianos

La idea evidente de que "el turismo es un gran invento", es decir un recurso económico de primera magnitud, es muy antigua. Pero hace medio siglo, en junio de 1958, el Ayuntamiento de Valencia dio un paso trascendental en el establecimiento de infraestructuras atractivas para el turismo: inauguró un modesto, un sencillo camping en el monte de la Dehesa. Cincuenta años después, Valencia ha pasado de esa mínima iniciativa a ser escenario de la Fórmula 1 y la Copa América, con millones de turistas anuales; pero aquella instalación primera, ya desmontada, fue un atractivo destacable para los amantes de una nueva forma de vida al aire libre.

La promoción del turismo en Valencia es antigua: hace un siglo ya se organizaban en verano los famosos "trenes botijo" para que los madrileños viajaran a nuestras playas en la temporada de baños. La promoción más profesional del turismo español, en la que Valencia quedó incluida, arrancó en los años treinta y se desarrolló durante la República para quedar luego estancada, en la posguerra, hasta el despertar los años cincuenta.

Terminada la Guerra Mundial, y superado lo peor de sus consecuencias, comenzó de forma incipiente el movimiento turístico de españoles y europeos. Valencia, que en los años treinta ya había considerado el valor estratégico del paisaje de la Albufera, diseñó primero un paseo marítimo que habría de llegar hasta el Saler, por Pinedo y la Cruz de los Caídos, pero que nunca se realizó. La primera infraestructura que surgió en esa pinada de alto valor paisajístico fue un sencillo Camping, que entró en servicio en junio de 1958, sin demasiada ceremonia.

El camping del Saler fue la primera expresión municipal de que la pinada de la Devesa podía y debía ser explotada como un objetivo turístico. El Saler, y El Palmar, en un islote del lago de la Albufera, eran las únicas zonas habitadas de un paraje que hoy está protegido especialmente. En los primeros años cincuenta, sin embargo, empezó a soñarse, en el Ayuntamiento, con instalaciones hoteleras que dieran atractivo a aquella barra de arena y pinar que separa el mar y el lago. Y la primera infraestructura que se realizó, barata y sencilla, fue un camping, que en este caso respondió a los requerimientos del Centro Excursionista de Valencia, entidad que asesoró al Ayuntamiento en la instalación.

No nació como una instalación hecha para un turismo masivo, sino para amantes de la naturaleza, la vida al aire libre y el excursionismo. En los años cincuenta, cuando se hicieron asequibles las scooters y los primeros coches utilitarios, comenzó a proliferar el excursionismo y se extendió tanto el montañismo como el deseo de hacer un turismo en contacto con la naturaleza. En nuestro periódico, el gran escritor turístico José Soler Carnicer, fue el primero en defender la idea de una forma de disfrute que no tenía por qué ser ruda ni agreste. El camping era "vivir en plena naturaleza pero con todas las comodidades que la civilización ha puesto a nuestro alcance". Como escribió este pionero de los excursionistas valencianos, el camping no respondía a la "equivocada creencia en que se vive respecto de esta cómoda y alegre manera de vivir al aire libre y en el más estrecho contacto con la naturaleza"

El camping del Saler animó los veranos valencianos y fue un extraordinario atractivo. Durante los años sesenta atrajo a miles de viajeros, que hicieron precisas ampliaciones y mejoras continuas en las instalaciones. Sin embargo, andando el tiempo, los principios fundacionales se perdieron: las tiendas de campaña se hicieron más complejas y los remolques crecieron de tamaño. Los veranos del Saler recibieron a docenas de coches que ocupaban más y más espacio en la pinada.

En los años setenta, cuando se inició la polémica sobre la urbanización de la Devesa y el destino general de lo que debía ser una zona protegida, el Ayuntamiento, que había sido sumamente tolerante, se encontró con que el camping se le había convertido con una verdadera urbanización donde docenas y docenas de familias se habían construido lo que en realidad ya eran chalés con instalaciones tan poco acordes con el espíritu inicial como frigoríficos, lavadoras de ropa y cocinas y camas de tipo convencional urbano. Un gran supermercado, y servicios que nada tenían que ver ya con el humilde campismo inicial, habían convertido el bosque en una colonia de veraneo sobre suelo público; por añadidura, un sistema de reservas de parcelas viciado impedía que disfrutaran de los servicios los ajenos a "la casa" y que en realidad hubiera titulares de un generoso modelo de veraneo sobre suelo público.

Cuando la instalación tenía poco más de 30 años de vida, la lógica presión social, periodística y ecologista llevó a la eliminación del camping del Saler en el curso de un proceso que no fue sencillo y que estuvo festoneado de tensiones. Pero al final el frágil monte de la Dehesa se vio aliviado de la presión de cientos de coches y miles de usuarios.

fuente: El Saler, pionero de los campings valencianos. Las Provincias
 
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