webmaster
Administrator
Entrevista del diario ABC Sevilla:
-¿Conoce muchos camping con la solera de este?
-Estoy absolutamente convencida de que es el camping más antiguo de Andalucía. Estamos abiertos desde 1958 y continuamos en el mismo sitio fundacional.
-El caso es que este camping lo fundó su padre. Justo en una época donde no era muy común en España veranear de esta forma...
-En España no era común entre españoles. El campismo en aquella época era casi un asunto exclusivo de extranjeros.
-¿Y que opinión se tenía sobre los extranjeros que veraneaban en tiendas de campaña o en rulotes?
-Poco más o menos que era cosa de gitanos. Esa era la idea general de un país atrasado y con una mentalidad muy cerrada. Es curioso que esa misma idea se ha mantenido hasta hace no mucho tiempo. Pero el campismo es una manera de entender la vida.
-El caso es que se que tuvieron visitas especiales. Como la de aquel campista que perdió la dentadura en La Caleta...
-(Risas) Eso ocurrió por los setenta. Creo que era un matrimonio belga. Se fueron a bañar a Cádiz y él perdió, en mitad del oleaje, la dentadura postiza. Cuando regresaron al camping llamaron a Objetos perdidos de Cádiz.
-Y en Cádiz le dirían que la dentadura estaba más perdida que los duros antiguos...
-Figúrese. Se partieron de risa, claro.
-Y otro visitante singular fue aquel que se dedicaba a colocar carteles por el camping: «cuidado con el león, cuidado con los cocodrilos...» Guasa pura.
-Era un cliente clásico. Daba clases de idiomas en Dos Hermanas. Tenía su casa por aquí. Pero prefería vivir como campista. Era campista convencido y practicante. Era un tipo educadísimo. Inglés. Todo un gentleman. Y sí, colocaba esos carteles en el camping. Tenía un humor muy fino.
-¿Les dijo alguna vez su padre qué es lo que vió en el camping para comprar un terreno como este y en vez de sembrar naranjos dedicarlo al turismo?
-Mi padre conoció el mundo del camping porque era muy amigo de una alemana que tenía abierto uno por el Aljarafe, el «Villa Adela». Cuando ella cerró su camping, mi padre abrió este.
-Creo que su padre celebraba el martes y trece. Porque fue un martes y un trece cuando adquirió el terreno del Vilson...
-No, no. En esa fecha que usted indica se inaugura el camping. Pero es curiosa la vinculación que tenía con el trece. Nació un trece de diciembre; se casó un martes trece e inauguró el trece de mayo de 1958 este camping. Era su número mágico.
-Lo de su padre fue meritorio. Lo de sus hijos también. Más de uno ya hubiera vendido esto a los compradores de terrenos...
-Pues si. La verdad es que ha habido ofertas.
-Por qué habéis seguido con la tradición familiar cuando lo más rentable y lo más sosegado hubiese sido vender y poner la cazoleta...
-Se han rechazado muy buenas ofertas. Y sabemos que todo tiene un precio. Pero el negocio funciona bien y no hay necesidad alguna de acabar con una tradición familiar.
-O sea, que Wilson sigue...
-La idea es seguir en el negocio y hacerlo más poderoso.
-¿Usted y su hermano han hecho camping o veranean disfrutando de las estrellas...de los hoteles?
-Mi hermano no. Yo si. Me gustaba mucho ir a Tarifa.
-¿Nadie en la familia le ha salido campista?
-El camping me gusta. Pero tenga en cuenta que yo lo vivo todo el año. Y cuando tengo un par de semanas de vacaciones me gusta cambiar de ambiente.
-Pero nadie de la familia le ha salido campista...
-Algunas de mis hijas. Tan campistas son que han estado ligadas a la gestión de este.
-Entre el Vilson fundacional y el de hoy qué diferencias hay...
-Se ha multiplicado por dos la extensión. Todas sus infraestructuras se han actualizado, como es lógico. Y nos hemos ido adaptando a las exigencias del público.
-Eso explica que el camping haya cumplido su medio siglo ¿no?
-Eso y la absoluta dedicación que este negocio exige.
-¿Conoce muchos camping con la solera de este?
-Estoy absolutamente convencida de que es el camping más antiguo de Andalucía. Estamos abiertos desde 1958 y continuamos en el mismo sitio fundacional.
-El caso es que este camping lo fundó su padre. Justo en una época donde no era muy común en España veranear de esta forma...
-En España no era común entre españoles. El campismo en aquella época era casi un asunto exclusivo de extranjeros.
-¿Y que opinión se tenía sobre los extranjeros que veraneaban en tiendas de campaña o en rulotes?
-Poco más o menos que era cosa de gitanos. Esa era la idea general de un país atrasado y con una mentalidad muy cerrada. Es curioso que esa misma idea se ha mantenido hasta hace no mucho tiempo. Pero el campismo es una manera de entender la vida.
-El caso es que se que tuvieron visitas especiales. Como la de aquel campista que perdió la dentadura en La Caleta...
-(Risas) Eso ocurrió por los setenta. Creo que era un matrimonio belga. Se fueron a bañar a Cádiz y él perdió, en mitad del oleaje, la dentadura postiza. Cuando regresaron al camping llamaron a Objetos perdidos de Cádiz.
-Y en Cádiz le dirían que la dentadura estaba más perdida que los duros antiguos...
-Figúrese. Se partieron de risa, claro.
-Y otro visitante singular fue aquel que se dedicaba a colocar carteles por el camping: «cuidado con el león, cuidado con los cocodrilos...» Guasa pura.
-Era un cliente clásico. Daba clases de idiomas en Dos Hermanas. Tenía su casa por aquí. Pero prefería vivir como campista. Era campista convencido y practicante. Era un tipo educadísimo. Inglés. Todo un gentleman. Y sí, colocaba esos carteles en el camping. Tenía un humor muy fino.
-¿Les dijo alguna vez su padre qué es lo que vió en el camping para comprar un terreno como este y en vez de sembrar naranjos dedicarlo al turismo?
-Mi padre conoció el mundo del camping porque era muy amigo de una alemana que tenía abierto uno por el Aljarafe, el «Villa Adela». Cuando ella cerró su camping, mi padre abrió este.
-Creo que su padre celebraba el martes y trece. Porque fue un martes y un trece cuando adquirió el terreno del Vilson...
-No, no. En esa fecha que usted indica se inaugura el camping. Pero es curiosa la vinculación que tenía con el trece. Nació un trece de diciembre; se casó un martes trece e inauguró el trece de mayo de 1958 este camping. Era su número mágico.
-Lo de su padre fue meritorio. Lo de sus hijos también. Más de uno ya hubiera vendido esto a los compradores de terrenos...
-Pues si. La verdad es que ha habido ofertas.
-Por qué habéis seguido con la tradición familiar cuando lo más rentable y lo más sosegado hubiese sido vender y poner la cazoleta...
-Se han rechazado muy buenas ofertas. Y sabemos que todo tiene un precio. Pero el negocio funciona bien y no hay necesidad alguna de acabar con una tradición familiar.
-O sea, que Wilson sigue...
-La idea es seguir en el negocio y hacerlo más poderoso.
-¿Usted y su hermano han hecho camping o veranean disfrutando de las estrellas...de los hoteles?
-Mi hermano no. Yo si. Me gustaba mucho ir a Tarifa.
-¿Nadie en la familia le ha salido campista?
-El camping me gusta. Pero tenga en cuenta que yo lo vivo todo el año. Y cuando tengo un par de semanas de vacaciones me gusta cambiar de ambiente.
-Pero nadie de la familia le ha salido campista...
-Algunas de mis hijas. Tan campistas son que han estado ligadas a la gestión de este.
-Entre el Vilson fundacional y el de hoy qué diferencias hay...
-Se ha multiplicado por dos la extensión. Todas sus infraestructuras se han actualizado, como es lógico. Y nos hemos ido adaptando a las exigencias del público.
-Eso explica que el camping haya cumplido su medio siglo ¿no?
-Eso y la absoluta dedicación que este negocio exige.