Cocodrilo feliz
hablador
Muchos foreros que se inician, preguntan sobre caravanas usadas, que es lo mismo que decir de segunda mano o de ocasión, “en qué se tienen que fijar para saber si están en buenas condiciones”. Casi siempre se pone énfasis, en los que contestan, en sus “fondos”, que no estén podridos, en las humedades, en la instalación de gas y en la eléctrica… y poco más.
Partiendo de estos consejos, que se reiteran de cuando en cuando en este y otros foros, haré mi propio análisis que ya dejo por sentado que ni es dogma de fe, ni lo pretendo. Sólo mi análisis y mi experiencia.
Primero me planteo algo elemental: ¿En qué se diferencia una caravana “actual” de una que tenga 20 años? Pues la respuesta es que, en esencia, en muy poco: el estabilizador, los amortiguadores, y… no mucho más. El estabilizador se le cambia y los amortiguadores se le ponen, y la caravana “queda” actualizada.
Humedades las detectan los usuarios, y de eso hay ejemplos abundantes en los foros, en las “actuales” y en las menos actuales. Cuestión de masilla para unas y otras. Por lo tanto y tras 20 años (que es el lapso de tiempo que estimo para la comparación) nada se ha avanzado que no se pueda aplicar, sin mayores gastos ni dificultades técnicas, a una caravana “vieja”.
Diseños, los mismos. Dependiendo de las necesidades de cada comprador y en segundo término de sus particulares gustos: “dos ambientes”, “tres ambientes”, retrete, retrete/ducha de dudosa practicidad, literas, frigos de más o menos capacidad, tal o cual longitud… nada nuevo en esos 20 años.
Calidad de fabricación, seguimos en las mismas: unos fabricantes utilizan materiales de más calidad, y eso influye en el peso y en el precio, y otros optan por materiales más livianos y menos robustos, para aligerar el peso y el precio. Exactamente lo mismo que hace 20 años.
Entonces, volverá a preguntar el que se inicia ¿qué hago?
De entrada, si puedes comprar una caravana de segunda mano, a buen precio (la mitad o menos de lo que cuesta nueva) no lo dudes y ahórrate una buena pasta. Pero -me insistirá el futuro caravanista- ¿qué le miro? Pues que esté bien cuidada, algo que se nota en una mera inspección ocular . Porque una caravana en manos de un caravanista “activo”, se supone que en 20 años ha sido utilizada una media de 30 días del mes de vacaciones, 7 de Semana Santa, pongamos que 6 más en dos fines de semana/puente, y otros 6 en otras dos acampadas de clube, o sea: 49 días que por 20 años son 980 días de uso real, que es lo que cuenta. Si el propietario (o propietarios) anterior ha tenido un mínimo de cuidado con ella, estará como nueva. Si el propietario (o propietarios) anterior fuese un descuidado, se apreciará fácilmente que la caravana es una ruina, y por barata que sea, mejor “pasar” y buscar otra.
Algunos reventas se preocupan de “darles un repaso”, y entonces si no tiene golpes, la caravana estará como nueva.
El que se inicia, en el caso de no acabar de acostumbrarse a la filosofía del caravanista, se habrá equivocado en gastarse entre 3.000 ó 4.000 €, siguiendo este consejo, o 12.000 ó 16.000, si “entra” a por lo último de los catálogos. Pero si le gusta esta filosofía, y si la caravana se le quedase “chica”, en dos o tres años, con ya cierta experiencia, puede cambiar, y si es inteligente, volver sobre el mercado de segunda mano, con paciencia y sin prisa, pues “arreglo” ya lo tiene.
Es cierto que la mayoría de las caravanas usadas que están en los reventas, las tienen al aire libre, soportando tormentas, heladas, sol de justicia y todo tipo de adversa meteorología. Sí que es cierto, tan cierto como que las “nuevas” están en los mismos descampados sometidas a la misma meteorología, aparcadas a “su” lado.
Tras este análisis de hechos tan fácilmente comprobables como darse un paseo por los “concesionarios”, resulta que igual me da que me ofrezcan una caravana de 20 años de “antigüedad” que otra que la “estrenaron” este año y “está con la garantía en vigor”. Las dos estarán (si la vieja está bien tratada) en la misma línea, con la única diferencia de que la “actual” pueda tener 60 días de uso y la “vieja” 980. Si la “actual” me la ofrecen por un precio razonable, tirando a bajo, la preferiría, obviamente; pero si el precio no es una ganga siempre compraría la “vieja”, porque no es lo mismo invertir 3.000 € que 12.000, si el uso al cabo de 20 años va a ser de 980 días, en el caso de caravanista activo, que no es el más habitual. Con lo que ahorro, le instalo un “movedor” y me sobra pasta para invertir, si fuese el caso, en una buena berlina que me tire del conjunto.
¡Ah! Recordar que el precio de una caravana de segunda mano no incluye el 16% de IVA; sólo paga el 4%. También recordar que no es lo mismo comprar en abril, que es cuando comienza la temporada que en septiembre, que es cuando concluye. Y ya, finalmente, que el que pretende vender “ahora”, sino vende, donde quiera que la tenga estacionada, si no tiene garaje propio, le está “corriendo” el contador del garaje alquilado, que pueden ser sobre 30 € mensuales mínimo.
Cordiales reflexiones.-
Partiendo de estos consejos, que se reiteran de cuando en cuando en este y otros foros, haré mi propio análisis que ya dejo por sentado que ni es dogma de fe, ni lo pretendo. Sólo mi análisis y mi experiencia.
Primero me planteo algo elemental: ¿En qué se diferencia una caravana “actual” de una que tenga 20 años? Pues la respuesta es que, en esencia, en muy poco: el estabilizador, los amortiguadores, y… no mucho más. El estabilizador se le cambia y los amortiguadores se le ponen, y la caravana “queda” actualizada.
Humedades las detectan los usuarios, y de eso hay ejemplos abundantes en los foros, en las “actuales” y en las menos actuales. Cuestión de masilla para unas y otras. Por lo tanto y tras 20 años (que es el lapso de tiempo que estimo para la comparación) nada se ha avanzado que no se pueda aplicar, sin mayores gastos ni dificultades técnicas, a una caravana “vieja”.
Diseños, los mismos. Dependiendo de las necesidades de cada comprador y en segundo término de sus particulares gustos: “dos ambientes”, “tres ambientes”, retrete, retrete/ducha de dudosa practicidad, literas, frigos de más o menos capacidad, tal o cual longitud… nada nuevo en esos 20 años.
Calidad de fabricación, seguimos en las mismas: unos fabricantes utilizan materiales de más calidad, y eso influye en el peso y en el precio, y otros optan por materiales más livianos y menos robustos, para aligerar el peso y el precio. Exactamente lo mismo que hace 20 años.
Entonces, volverá a preguntar el que se inicia ¿qué hago?
De entrada, si puedes comprar una caravana de segunda mano, a buen precio (la mitad o menos de lo que cuesta nueva) no lo dudes y ahórrate una buena pasta. Pero -me insistirá el futuro caravanista- ¿qué le miro? Pues que esté bien cuidada, algo que se nota en una mera inspección ocular . Porque una caravana en manos de un caravanista “activo”, se supone que en 20 años ha sido utilizada una media de 30 días del mes de vacaciones, 7 de Semana Santa, pongamos que 6 más en dos fines de semana/puente, y otros 6 en otras dos acampadas de clube, o sea: 49 días que por 20 años son 980 días de uso real, que es lo que cuenta. Si el propietario (o propietarios) anterior ha tenido un mínimo de cuidado con ella, estará como nueva. Si el propietario (o propietarios) anterior fuese un descuidado, se apreciará fácilmente que la caravana es una ruina, y por barata que sea, mejor “pasar” y buscar otra.
Algunos reventas se preocupan de “darles un repaso”, y entonces si no tiene golpes, la caravana estará como nueva.
El que se inicia, en el caso de no acabar de acostumbrarse a la filosofía del caravanista, se habrá equivocado en gastarse entre 3.000 ó 4.000 €, siguiendo este consejo, o 12.000 ó 16.000, si “entra” a por lo último de los catálogos. Pero si le gusta esta filosofía, y si la caravana se le quedase “chica”, en dos o tres años, con ya cierta experiencia, puede cambiar, y si es inteligente, volver sobre el mercado de segunda mano, con paciencia y sin prisa, pues “arreglo” ya lo tiene.
Es cierto que la mayoría de las caravanas usadas que están en los reventas, las tienen al aire libre, soportando tormentas, heladas, sol de justicia y todo tipo de adversa meteorología. Sí que es cierto, tan cierto como que las “nuevas” están en los mismos descampados sometidas a la misma meteorología, aparcadas a “su” lado.
Tras este análisis de hechos tan fácilmente comprobables como darse un paseo por los “concesionarios”, resulta que igual me da que me ofrezcan una caravana de 20 años de “antigüedad” que otra que la “estrenaron” este año y “está con la garantía en vigor”. Las dos estarán (si la vieja está bien tratada) en la misma línea, con la única diferencia de que la “actual” pueda tener 60 días de uso y la “vieja” 980. Si la “actual” me la ofrecen por un precio razonable, tirando a bajo, la preferiría, obviamente; pero si el precio no es una ganga siempre compraría la “vieja”, porque no es lo mismo invertir 3.000 € que 12.000, si el uso al cabo de 20 años va a ser de 980 días, en el caso de caravanista activo, que no es el más habitual. Con lo que ahorro, le instalo un “movedor” y me sobra pasta para invertir, si fuese el caso, en una buena berlina que me tire del conjunto.
¡Ah! Recordar que el precio de una caravana de segunda mano no incluye el 16% de IVA; sólo paga el 4%. También recordar que no es lo mismo comprar en abril, que es cuando comienza la temporada que en septiembre, que es cuando concluye. Y ya, finalmente, que el que pretende vender “ahora”, sino vende, donde quiera que la tenga estacionada, si no tiene garaje propio, le está “corriendo” el contador del garaje alquilado, que pueden ser sobre 30 € mensuales mínimo.
Cordiales reflexiones.-