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Más de medio centenar de caravanas en el acceso al campo de fútbol de Arguineguín en espera de permiso para pasar la Semana Santa. Otras decenas aparcadas en El Pajar, justo al lado de la cementera, con la misma disyuntiva. Es la única tierra libre, sin conquistar, en toda la costa del Sur. Las plazas están justas, apenas unas sesenta, y el ambiente empezó a cargarse de tirantez ayer a mediodía. La posibilidad de que los últimos se hicieran con un hueco y los que llevaban allí casi un mes no encendió los ánimos. El terreno en cuestión se sitúa en los límites de San Bartolomé de Tirajana, pese a estar en el borde del barranco de Arguineguín. Por esto, los campistas esperaban que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana les concediera la salvaguardia para disfrutar de unos "felices días junto al mar".
Mientras aguardan, las quejas y reivindicaciones de los excursionistas se disparan. Andrés Guerra, portavoz de los campistas, denunció que "los gobernantes les están obligando a estar a escondidas porque no se puede ir a ninguna playa del Sur". Atrás quedan esas vacaciones en Tarajalillo, Triana, Carpinteras, Pasito Bea y el Llano de los Militares. Unas 640 plazas junto al mar, pero prohibidas de acuerdo con el Plan de Ordenación del Cabildo de Gran Canaria. Otra opción es la Cumbre, donde caben otros 200, pero tal como apuntó Alfonso Rodríguez, la demanda en Semana Santa tira para el Sur. "¿Quién va a querer estar en el monte con este calor?"
Finalmente la solución convence y tranquiliza, aunque el espacio está más alejado de la línea de costa. Los propietarios, la familia Del Castillo, han accedido a que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana permita la acampada en este espacio. La opción incluso es algo mejor, porque ya no son las sesenta plazas más próximas al campo de fútbol de Arguineguín, se trata de un terreno más amplio donde caben unos 300 vehículos. En unas horas se ocupa la mitad.
María Pérez, que según revela casi ha criado a sus hijos en la caravana, es de las que se conforman. Temía que se armara el lío si en el primer terreno que se barajaba no podían caber todos, y recalcaba que "no quería tener problemas con nadie".
"Soy la mujer más feliz del mundo cada fin de semana", cuenta Paca Rosa Calderín, que desde hace tres años se instala en Arguineguín con su familia.
La misma experiencia la repite Joaquín Fuentes con su mujer, su cuñada y su sobrino. "Me compré la caravana con la indemnización que me dió la empresa cuando me jubilé de forma anticipada para gozar de la vida". Este campista también se queja de las dificultades que tienen ahora para instalarse.
publicado en: http://www.laprovincia.es
Mientras aguardan, las quejas y reivindicaciones de los excursionistas se disparan. Andrés Guerra, portavoz de los campistas, denunció que "los gobernantes les están obligando a estar a escondidas porque no se puede ir a ninguna playa del Sur". Atrás quedan esas vacaciones en Tarajalillo, Triana, Carpinteras, Pasito Bea y el Llano de los Militares. Unas 640 plazas junto al mar, pero prohibidas de acuerdo con el Plan de Ordenación del Cabildo de Gran Canaria. Otra opción es la Cumbre, donde caben otros 200, pero tal como apuntó Alfonso Rodríguez, la demanda en Semana Santa tira para el Sur. "¿Quién va a querer estar en el monte con este calor?"
Finalmente la solución convence y tranquiliza, aunque el espacio está más alejado de la línea de costa. Los propietarios, la familia Del Castillo, han accedido a que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana permita la acampada en este espacio. La opción incluso es algo mejor, porque ya no son las sesenta plazas más próximas al campo de fútbol de Arguineguín, se trata de un terreno más amplio donde caben unos 300 vehículos. En unas horas se ocupa la mitad.
María Pérez, que según revela casi ha criado a sus hijos en la caravana, es de las que se conforman. Temía que se armara el lío si en el primer terreno que se barajaba no podían caber todos, y recalcaba que "no quería tener problemas con nadie".
"Soy la mujer más feliz del mundo cada fin de semana", cuenta Paca Rosa Calderín, que desde hace tres años se instala en Arguineguín con su familia.
La misma experiencia la repite Joaquín Fuentes con su mujer, su cuñada y su sobrino. "Me compré la caravana con la indemnización que me dió la empresa cuando me jubilé de forma anticipada para gozar de la vida". Este campista también se queja de las dificultades que tienen ahora para instalarse.
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