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Caravanas a la deriva en Bañugues

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«Tenía el agua hasta el cuello cuando tuve que sacar a un matrimonio mayor de un remolque», resalta un cliente del camping.

Cuando una caravana de una tonelada y media flota a la deriva como un patito de goma en una bañera es totalmente comprensible que a uno le tiemblen las piernas de miedo. Con esa imagen y las caras marcadas por el insomnio de una noche de perros amanecieron ayer los clientes del camping de Bañugues, que sufrieron en sus carnes los «caprichos» de un temporal que se cebó especialmente con la parroquia gozoniega. La tromba de agua, que también provocó serios daños en negocios y viviendas del entorno, obligó a desalojar a la totalidad de los campistas a la una de la madrugada, por lo que medio centenar de personas tuvieron que refugiarse en la recepción para hacer frente a los riesgos. «Ni los más viejos de la zona recuerdan algo similar», aseguró Álvaro García, el responsable del camping, que añadió: «Lo más importante de todo es que no hubo daños personales».

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«Tuvimos que ayudarnos entre todos para superar este mal trago», aseguró una angustiada Blanca Gutiérrez, usuaria del camping. «Tenía el agua hasta el cuello cuando tuve que sacar a un matrimonio mayor de una de las caravanas», añadió el joven Ángel Lemus, que retornó a su casa de Avilés «porque era un peligro pasar la noche en el camping». La lluvia acabó con todo lo que se puso en su camino: muros, caravanas, el puesto de helados, el de salvamento e incluso los tendidos eléctricos de la instalación. «Varias caravanas quedaron destrozadas», indicó Natalia García, hija del responsable del camping, que calificó de «desastre casi irreparable» el impacto del temporal de lluvia en el camping y en sus inmediaciones. A mediodía de ayer una decena de coches aún flotaba en un mar de barro a pocos metros de las instalaciones.

«Fue fatal, catastrófico», espetó Blanca Gutiérrez mientras conversaba con otra usuaria del camping. Por la mañana muchos de los campistas aún se refugiaban en la recepción del camping y otros trataban de evacuar el agua almacenada dentro de sus caravanas. «A las doce de la noche me tuve que ir para casa, no teníamos ni luz ni calefacción», declaró Benjamín Bazo, que caminaba a duras penas por el recinto con el agua a la altura de las rodillas. Otros usuarios del camping, aún alarmados, llamaban a sus familiares para calmarles tras lo sucedido. «Tranquila hija, que tu madre está bien», señaló un usuario del camping mientras hablaba por teléfono. «Nunca vi nada semejante, teníamos el agua hasta el cuello y estuvimos toda la noche sacando calderos del almacén del bar, que estaba lleno de bebida; el agua lo levantó todo, hasta las baldosas», explicó José Vázquez, propietario del restaurante La Ponderosa. A algunos de los afectados se les ha chafado el verano antes de disfrutarlo. Muchos de los campistas ya hacían cálculos para cuantificar el impacto de los daños materiales en sus bolsillos.

Fuente: Caravanas a la deriva en Bañugues - La Nueva España - Diario Independiente de Asturias
 
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