Un candado puede ser de seguridad, pero la puerta de una caravana en ningún caso lo es.
Siguiendo la ley del menor esfuerzo, para alguien decidido será más simple, frente a la presencia de un supercandado, de atacarse directamente a la puerta.
Antirrobos en las ruedas, en el estabilizador, cadenas para atarla a un poste, a un árbol, etc...
Estacionarla, en la medida de lo posible, con el lado de la puerta casi pegado a un muro. De manera de no poder abrirla sin desplazarla.
Dormir adentro...
Confiar en el prójimo.
Rezar (para los creyentes).
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