JotaCe
hablador
León es una ciudad bonita, agradable, con muchísimo ambiente y en la que se tapea de muerte. Lamentablemente, en el apartado de campings está rematadamente mal. Como no hay mucha información útil disponible casi por ningún lado (ni aquí ni googleando) sobre campings por los alrededores de León, contaré aquí mi breve experiencia en Semana Santa por la zona:
Para empezar, en León capital no hay camping. Bueno, sí, hay uno (Ciudad de León), pero sólo abre los meses de verano, así que para salidas ocasionales no cuenta. Las opciones para ir con caravana son quedarse en el área de autocaravanas de pago, que está a unos 10 km de la capital, o irse a un camping a unos 20 km. La verdad es que puestos a coger el coche, desde mi punto de vista casi dan igual 10 km que 20, y las comodidades de un camping son mayores (lo otro no deja de ser una plaza de parking); además, la diferencia de precio es escasa.
Puestos a elegir camping por los alrededores, tampoco es que abunde la oferta. En pocas palabras, parece que ninguno es bueno (aunque en Google hay muchas reseñas positivas muy sospechosas). Hay que hacerse a la idea de que será un camping mediocre, como mucho.
Una de las principales opciones es el Palazuelo, en la A66. No estuve, así que sólo puedo opinar de oídas: dicen que se oye el ruido de la autovía, que suelen ser frecuentes las juergas nocturnas, y que los baños son viejos. Viendo estos comentarios, lo descartamos, y nos decantamos por el Camino de Santiago, en la carretera de Astorga, del que parecían hablar maravillas en Google...
Pues bien, no sé cómo será el Palazuelo, pero del Camino de Santiago ¡huid, insensatos! ¡Qué horror de camping! Pasamos la noche porque llegamos tarde y lloviendo y no era plan de buscar otra cosa, pero a primera hora del día siguiente salimos corriendo de allí como de la peste.
Feo, cutre y con acceso algo complicadillo para empezar. Pero los baños y fregaderos… ¡arghhh!
Los fregaderos son de los años 50 por lo menos. Sin agua caliente, eso ni pensarlo, con las pilas mugrientas, situados al aire libre sobre una base de cemento agrietada por la que crecen por doquier hierbajos que te llegan a las rodillas. En esas condiciones y con una temperatura del agua que rozaba el punto de congelación, no los usamos: preferimos marcharnos con los cacharros de la cena y el desayuno sucios, ya encontraríamos algún sitio mejor donde lavarlos, como algún arroyo…
Los baños: al aire libre. Bueno, con paredes y techumbre, pero con un gran hueco entre ambos. Bien aireaditos. En la mañana leonesa, a 3ºC, un placer usarlos. Pero eso es lo de menos… En los retretes, las puertas no cierran. Para qué… Con suerte, si buscas y rebuscas, alguna a lo mejor puedes atrancarla dándole un empujón con el hombro. Luego ya veremos si puedes desencajarla para abrirla…
Fregaderos ruinosos y en medio de la selva, baños cutres, gélidos y sin puertas, estado cutre en general… ¿Qué más puede pasar? Que llueva. Y que viva la Virgen de la Cueva…
Cuando llueve (y no fue demasiado, sólo una lluvia de unas horas nada torrencial) las parcelas no se encharcan: se inundan, se hacen navegables. Amanecimos con media parcela inundada. Para levantar las patas y salir de allí tuve que remangarme los pantalones, descalzarme, y meterme en la laguna hasta los tobillos. Perfecta despedida, para terminar de redondear nuestra estupenda estancia allí.
Al menos sería barato, ¿no? Pues 28€ por dos adultos y un niño (la mayor esta vez se quedó en casa). Por pernoctar en el “top 3” de los peores campings de nuestra vida no está mal, supongo que cobran un plus por el componente de aventura.
Estaba claro que allí no íbamos a estar ni un minuto más, pero después de pasar la noche anterior, y de nuevo el rato del desayuno, googleando sin parar, no teníamos claro a dónde ir: leyendo entre líneas, no parecía que ningún camping alternativo por los alrededores diera garantías de ser mucho mejor. Pero peor era difícil, así que nos decantamos por uno que estaba muy cerquita de allí: el camping Ruviejo. Algo más alejado de León capital (10 km más), pero ya era lo de menos.
Y fue nuestra salvación. Un camping normalito, al que seguramente le hubiéramos puesto más pegas de no venir de donde veníamos, pero que después del nefasto Camino de Santiago nos pareció todo un lujo. Simplemente, porque era un camping corriente y había tierra firme donde colocar la caravana.
Es un camping de fijos. 80-90% fijos. Sólo 16 parcelas en rotación, de las cuales en estas fechas sólo estaban ocupadas 4 ó 5. Pero sin problemas: en recepción nos acogieron estupendamente, super amables, y los fijos de alrededor enseguida se acercaron a ver si necesitábamos algo (no lo necesitábamos, pero se agradece). Parcelas amplias, aunque algo dejadas en cuanto a hierbajos (se disculparon diciendo que habían crecido a lo bestia en 4 días, y puede ser). Como todo está preparado para fijos, con agua corriente en la parcela y desagüe (este último sin preparar, sólo una tubería que asoma del suelo, pero se puede usar). Los baños, de lo más corrientito, sin papel ni jabón, y con las duchas sin apenas sitio para dejar las cosas, pero al menos en un edificio cerrado (¡qué menos!) y funcionales. Los fregaderos, normalitos también, pero funcionales y con agua caliente. Cuando se viene del infierno, estos pequeños detalles de la civilización se valoran mucho…
En fin, ésa ha sido nuestra breve experiencia por tierras leonesas. El tapeo, de muerte. Los campings… para ir con pies de plomo. Aquí lo dejo para referencia de futuros aventureros por la zona…
Para empezar, en León capital no hay camping. Bueno, sí, hay uno (Ciudad de León), pero sólo abre los meses de verano, así que para salidas ocasionales no cuenta. Las opciones para ir con caravana son quedarse en el área de autocaravanas de pago, que está a unos 10 km de la capital, o irse a un camping a unos 20 km. La verdad es que puestos a coger el coche, desde mi punto de vista casi dan igual 10 km que 20, y las comodidades de un camping son mayores (lo otro no deja de ser una plaza de parking); además, la diferencia de precio es escasa.
Puestos a elegir camping por los alrededores, tampoco es que abunde la oferta. En pocas palabras, parece que ninguno es bueno (aunque en Google hay muchas reseñas positivas muy sospechosas). Hay que hacerse a la idea de que será un camping mediocre, como mucho.
Una de las principales opciones es el Palazuelo, en la A66. No estuve, así que sólo puedo opinar de oídas: dicen que se oye el ruido de la autovía, que suelen ser frecuentes las juergas nocturnas, y que los baños son viejos. Viendo estos comentarios, lo descartamos, y nos decantamos por el Camino de Santiago, en la carretera de Astorga, del que parecían hablar maravillas en Google...
Pues bien, no sé cómo será el Palazuelo, pero del Camino de Santiago ¡huid, insensatos! ¡Qué horror de camping! Pasamos la noche porque llegamos tarde y lloviendo y no era plan de buscar otra cosa, pero a primera hora del día siguiente salimos corriendo de allí como de la peste.
Feo, cutre y con acceso algo complicadillo para empezar. Pero los baños y fregaderos… ¡arghhh!
Los fregaderos son de los años 50 por lo menos. Sin agua caliente, eso ni pensarlo, con las pilas mugrientas, situados al aire libre sobre una base de cemento agrietada por la que crecen por doquier hierbajos que te llegan a las rodillas. En esas condiciones y con una temperatura del agua que rozaba el punto de congelación, no los usamos: preferimos marcharnos con los cacharros de la cena y el desayuno sucios, ya encontraríamos algún sitio mejor donde lavarlos, como algún arroyo…
Los baños: al aire libre. Bueno, con paredes y techumbre, pero con un gran hueco entre ambos. Bien aireaditos. En la mañana leonesa, a 3ºC, un placer usarlos. Pero eso es lo de menos… En los retretes, las puertas no cierran. Para qué… Con suerte, si buscas y rebuscas, alguna a lo mejor puedes atrancarla dándole un empujón con el hombro. Luego ya veremos si puedes desencajarla para abrirla…
Fregaderos ruinosos y en medio de la selva, baños cutres, gélidos y sin puertas, estado cutre en general… ¿Qué más puede pasar? Que llueva. Y que viva la Virgen de la Cueva…
Cuando llueve (y no fue demasiado, sólo una lluvia de unas horas nada torrencial) las parcelas no se encharcan: se inundan, se hacen navegables. Amanecimos con media parcela inundada. Para levantar las patas y salir de allí tuve que remangarme los pantalones, descalzarme, y meterme en la laguna hasta los tobillos. Perfecta despedida, para terminar de redondear nuestra estupenda estancia allí.
Al menos sería barato, ¿no? Pues 28€ por dos adultos y un niño (la mayor esta vez se quedó en casa). Por pernoctar en el “top 3” de los peores campings de nuestra vida no está mal, supongo que cobran un plus por el componente de aventura.
Estaba claro que allí no íbamos a estar ni un minuto más, pero después de pasar la noche anterior, y de nuevo el rato del desayuno, googleando sin parar, no teníamos claro a dónde ir: leyendo entre líneas, no parecía que ningún camping alternativo por los alrededores diera garantías de ser mucho mejor. Pero peor era difícil, así que nos decantamos por uno que estaba muy cerquita de allí: el camping Ruviejo. Algo más alejado de León capital (10 km más), pero ya era lo de menos.
Y fue nuestra salvación. Un camping normalito, al que seguramente le hubiéramos puesto más pegas de no venir de donde veníamos, pero que después del nefasto Camino de Santiago nos pareció todo un lujo. Simplemente, porque era un camping corriente y había tierra firme donde colocar la caravana.
Es un camping de fijos. 80-90% fijos. Sólo 16 parcelas en rotación, de las cuales en estas fechas sólo estaban ocupadas 4 ó 5. Pero sin problemas: en recepción nos acogieron estupendamente, super amables, y los fijos de alrededor enseguida se acercaron a ver si necesitábamos algo (no lo necesitábamos, pero se agradece). Parcelas amplias, aunque algo dejadas en cuanto a hierbajos (se disculparon diciendo que habían crecido a lo bestia en 4 días, y puede ser). Como todo está preparado para fijos, con agua corriente en la parcela y desagüe (este último sin preparar, sólo una tubería que asoma del suelo, pero se puede usar). Los baños, de lo más corrientito, sin papel ni jabón, y con las duchas sin apenas sitio para dejar las cosas, pero al menos en un edificio cerrado (¡qué menos!) y funcionales. Los fregaderos, normalitos también, pero funcionales y con agua caliente. Cuando se viene del infierno, estos pequeños detalles de la civilización se valoran mucho…
En fin, ésa ha sido nuestra breve experiencia por tierras leonesas. El tapeo, de muerte. Los campings… para ir con pies de plomo. Aquí lo dejo para referencia de futuros aventureros por la zona…
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