Oxi
Buen día en perspectiva
Ayer, en el enredo de enlaces internos del foro hubo uno que me llevó a un rincón insospechado donde, hace ya nueve años, nuestro maestro web preferido reproduce un interesante artículo...
¿De actualidad?
...
(cito) :
Camping made in Spain
(El "profesional" ibérico aspira a convertir su parcelita en un hotel de cinco estrellas)
Los días de asueto también dan para hacer análisis profundos. Es decir, lo que se conoce como la Sociología Aplicada a Pie de Playa, una rama trascendental de la ciencia. Este año: la observación de las señas de identidad culturales, propias y ajenas en un camping del litoral.
A pesar de que formamos parte de la UE desde hace varias décadas, en algunos ámbitos no nos terminamos de europeizar: las vacaciones al aire libre, uno de ellos. Cada verano, miles de franceses, ingleses, alemanes y holandeses cruzan los Pirineos para acampar en España. Sin embargo, sus costumbres no han logrado calar en la idiosincrasia nacional.
El campista europeo viene a España para alejarse del mundanal ruido y a enfrentarse a los elementos de la naturaleza. Cuanto más salvaje, austero y alejado de las comodidades de la vida, mejor. Irse de camping con un holandés o un francés es, más o menos, como participar en un campamento boy-scout.
Hace años en Andalucía se conocía a los campistas extranjeros como los "turistas pajaritos", en alusión a lo básico de su alimentación: lechuga, tomate, pan y poco más. Encubierto, quizá, un reproche a la ausencia de gasto en los restaurantes y establecimientos locales.
Y es que el camping made in Spain no tiene nada que ver. Los campistas españoles más que unos aficionados son unos profesionales, pero en una categoría aparte. El concepto de camping, tal y como se entiende aquí, poco tiene que ver con la definición internacional.
El objetivo último del campista español es reproducir, con la mayor fidelidad posible, su estilo de vida cotidiano en una parcelita al aire libre. Como en casa, pero más fresquito. Para ello, no se escatiman esfuerzos para trasladar la televisión, el equipo de música, la nevera –y no precisamente la que se enfría con hielos–, y hasta la pata de jamón al más remoto de los lugares. Molestias, las justas.
El campista ibérico profesional es aquel que, en menos de lo que canta un gallo, ha convertido el solar asignado en un hotel de cinco estrellas. Vamos, todo un profesional del bienestar.
PD: Un saludo desde esta tribuna al personal del camping Torre de la Peña de Tarifa (Cádiz) donde, desde hace más de cuatro décadas, conviven en perfecta armonía campistas de pata negra y pajaritos europeos.
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¿De actualidad?
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(cito) :
Camping made in Spain
(El "profesional" ibérico aspira a convertir su parcelita en un hotel de cinco estrellas)
Los días de asueto también dan para hacer análisis profundos. Es decir, lo que se conoce como la Sociología Aplicada a Pie de Playa, una rama trascendental de la ciencia. Este año: la observación de las señas de identidad culturales, propias y ajenas en un camping del litoral.
A pesar de que formamos parte de la UE desde hace varias décadas, en algunos ámbitos no nos terminamos de europeizar: las vacaciones al aire libre, uno de ellos. Cada verano, miles de franceses, ingleses, alemanes y holandeses cruzan los Pirineos para acampar en España. Sin embargo, sus costumbres no han logrado calar en la idiosincrasia nacional.
El campista europeo viene a España para alejarse del mundanal ruido y a enfrentarse a los elementos de la naturaleza. Cuanto más salvaje, austero y alejado de las comodidades de la vida, mejor. Irse de camping con un holandés o un francés es, más o menos, como participar en un campamento boy-scout.
Hace años en Andalucía se conocía a los campistas extranjeros como los "turistas pajaritos", en alusión a lo básico de su alimentación: lechuga, tomate, pan y poco más. Encubierto, quizá, un reproche a la ausencia de gasto en los restaurantes y establecimientos locales.
Y es que el camping made in Spain no tiene nada que ver. Los campistas españoles más que unos aficionados son unos profesionales, pero en una categoría aparte. El concepto de camping, tal y como se entiende aquí, poco tiene que ver con la definición internacional.
El objetivo último del campista español es reproducir, con la mayor fidelidad posible, su estilo de vida cotidiano en una parcelita al aire libre. Como en casa, pero más fresquito. Para ello, no se escatiman esfuerzos para trasladar la televisión, el equipo de música, la nevera –y no precisamente la que se enfría con hielos–, y hasta la pata de jamón al más remoto de los lugares. Molestias, las justas.
El campista ibérico profesional es aquel que, en menos de lo que canta un gallo, ha convertido el solar asignado en un hotel de cinco estrellas. Vamos, todo un profesional del bienestar.
PD: Un saludo desde esta tribuna al personal del camping Torre de la Peña de Tarifa (Cádiz) donde, desde hace más de cuatro décadas, conviven en perfecta armonía campistas de pata negra y pajaritos europeos.
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