El resumen de la estancia en el Camping Doñana se puede hacer con dos palabras, decepción absoluta.
Empiezo por aclarar que soy una persona de mucha experiencia en campings de toda España y desde hace casi 40 años. Empecé con una canadiense, seguí con una iglú, continúe con una familiar de dos habitaciones y, al final, di el salto a la caravana en el año 2005.
He visto de todo, campings llenos y vacíos, mal equipados y verdaderos hoteles de lujo, pero la dejadez que he visto en el Doñana ha sido inédita en mi trayectoria.
Empecé, por la referencia entusiasta de un gran amigo sobre la calidad del camping, por hacer la reserva en junio para agosto y, para cerciorarme, llamé al establecimiento para preguntar sobre las características de la parcela de tipo C con sombra natural, en especial, el suelo. Tenía mis dudas ya que otros amigos me habían dicho que las parcelas eran de arena más suelta que la de la playa. Como esto me parecía una exageración, hice la mencionada llamada. Se me aseguró por activa y por pasiva que las parcelas C tenían la tierra prensada. Pues bien, no solamente no eran de tierra prensada, sino que era arena suelta en la que la caravana se hundía. Tenía una inclinación tal que tuve que cubrir el estabilizador de la caravana para que los ferodos no se me llenaran de arena y con ello, estropearse. En cuanto a la sombra natural, sic, un pino esquinado en la parcela que ocupaba bastante menos de la quinta parte de la parcela debido a su pequeño tamaño. Como referencia sobre el suelo, yo clavo el suelo con tornillos de 20 cm de largo y ni con ese tamaño se clavaban de manera estable en el suelo y se desclavaban con solo tirar levemente de ellos.
Este fue el estreno, pero ni mucho menos lo peor.
Como se puede imaginar cualquiera, cuando pasaba un coche por la calle, el polvo que se levantaba era por nubes, lo cual obligaba a limpiar constantemente tanto mesas como enseres para mantener un mínimo de higiene.
Pero esto, tampoco era lo peor, había cosas peores.
Por megafonía se avisaba constantemente del respeto que el campista y el camping debían observar sobre las normas AntiCovid vigentes, y que la velocidad de los vehículos no podía ser superior a los 10 Km/hora. Normal.
De todos es sabido que es necesario mantener esas medidas de higiene y que en estos recintos la velocidad debe ser reducida por razones obvias. Por lo demás, es conocido y publico que, en estos recintos, aparcamientos privados y públicos y en cualquier recinto donde se circule con coche, las normas de circulación vigentes son las mismas que en cualquier camino, calle, avenida, carretera, autovía o autopista, es decir, el Reglamento General de Circulación, el cual dice de forma resumida que su aplicación se aplica a todo espacio público o privado destinado a uso público. Como ejemplo en una finca privada cada uno puede hacer lo que le venga en gana, pero en un aparcamiento publico o en un camping, donde se circula con vehículos privados, se aplica el RGC vigente.
Por esto me sorprende como se recuerda la obligatoriedad de circular a 10 Km/hora algo así como 40 o 50 veces al día y, sin embargo, se permite a los coches circular con los portones traseros abiertos con los niños y algún adulto o aspirante a serlo, sentados en el sentido contrario al de la marcha, sin cinturón, y con las piernas colgando del coche, con el correspondiente peligro que ello conlleva. Y todo ello sin el más mínimo reproche por los operarios del camping que, o bien deben recriminar dichos actos, o bien informar a la seguridad del camping para que aperciba a los incriminados en dichos actos.
Por supuesto, se podría esperar que las bicicletas no circulasen por la noche por aquello de la seguridad por la falta de luz. Pues bien, tampoco fue así. Pero no sólo las bicicletas. Los coches también podían entrar al camping a partir de las 12 de la noche (horas de silencio) siendo la única condición que se circulara sin música y respetando los 10 Km/hora. Esto está expresamente prohibido en el Decreto 26/2018, de 23 de enero, de ordenación de los campamentos de turismo, y de modificación del Decreto 20/2002, de 29 de enero, de Turismo en el Medio Rural y Turismo Activo., en su artículo 13 punto 4 apartado c) Circulación prohibida durante las horas de descanso fijadas en el reglamento de régimen interior. En este camping de 00,00 a 07,00 horas. Lamentable.
Pues tampoco eso fue lo peor de nuestra estancia.
De los fregaderos no se hace ni mención en la página web del camping. Y es normal ya que si los nombraran sería para vergüenza del establecimiento. Estos eran tan pequeños que un accesorio de cocina que casi nadie usa en un camping, la paellera eléctrica (obvio la marca ya que todo el mundo conoce la Princess-a de nuestras cocinas en el camping), no se podía fregar y había que hacerlo en las pilas de lavado de ropa con el riesgo de que el personal de limpieza, al que, por cierto, habría que ponerles un monumento, nos recriminara dicha acción por inadecuada. Los grifos de presión de los fregaderos expulsan el agua en todas direcciones con lo que, al fregar, terminaba uno mojado hasta zonas que ni en la ducha se alcanzan. Y, todo ello, con el corte del grifo casi instantánea. Me explico, esos grifos de presión están diseñados para que se corten pasado un tiempo de uso, entre 10 y 20 segundos, y que, con un caudal adecuado, se pueda ahorrar agua. Pues bien, aquí, para fregar, tenias que, con una mano pulsar el grifo de forma que saliese el caudal del agua adecuado, con esa misma mano sujetar el vaso o plato a fregar y, con la otra mano, usar el estropajo. Imposible. Por cierto, la ratio de un establecimiento de 4 estrellas es de 1 fregadero por cada 18 parcelas lo cual resulta que debería haber 50 fregaderos.
Pues todavía no he llegado a lo peor.
En la publicidad del camping, en su página web, en la sección de Servicios e instalaciones, en el cajetín de servicios y duchas, se nombra la existencia de hasta 3 complejos de servicios sanitarios perfectamente equipados. ¿Hasta 3? O se está embarazada o no se está, no se puede estar a medias. O hay 3 zonas de servicios o no las hay. En todo caso, la normativa que mencioné anteriormente, especifica el número de duchas que debe tener este establecimiento que presume de las 4 estrellas en su categoría, es decir, 1 por cada 18 parcelas igual a 113 duchas y todas con agua caliente y, grosso modo, conté algo menos de 60. Y digo bien agua caliente, porque el sistema de fontanería es tan avanzado que, cuando se usa una ducha y alguien usa un inodoro y usa la cisterna, ¡¡¡sorpresa!!! El agua fría desaparece de la ducha y, en consecuencia, te quemas por la subida de la temperatura del agua que sale de la alcachofa. Pero para llegar a la ducha es necesario hacer una cola interminable y todos los días y por qué, pues porque no sólo había pocas duchas, sino que, además, había módulos de servicios cerrados. Aparte de que en muchas duchas no había perchas, el agua salía de las alcachofas para cualquier lado menos en la dirección correcta, etc. Increíble.
También mencionar que, debido a la tierra de las calles y la arena de las parcelas, cuando llegaba a mi parcela después de la ducha los pies los tenía para lavármelos otra vez.
Y ahora viene lo peor.
Y todas las mañanas tengo la mala costumbre de evacuar aguas menores y mayores, como la mayoría de los usuarios del camping, según veía por el trasiego de personas en los servicios. Y nuevamente y, de aquí lo inaudito de la situación que no había tenido que sufrir en ningún camping hasta este, tenía que hacer cola. ¿Por qué?, porque el camping no cumple con la ratio de evacuatorios que se estipula en la legislación que obliga a estos establecimientos y que se fija en por cada 6 parcelas, es decir, mas o menos 150. ¿Alguien que haya estado en ese camping ha contado 150 inodoros? A mí, las cuentas no me salen más allá de 50 o 60. Y no solo eso, también había módulos cerrados en hora punta. Y esto es algo imperdonable para un camping de esta categoría.
Se puede hablar de una magnifica playa, en la que el camping no tiene responsabilidad ninguna, se puede hablar de una buena piscina y grande, pero no es suficiente para compensar el atropello sufrido en estos 11 días de mis vacaciones de agosto de 2021.
Empiezo por aclarar que soy una persona de mucha experiencia en campings de toda España y desde hace casi 40 años. Empecé con una canadiense, seguí con una iglú, continúe con una familiar de dos habitaciones y, al final, di el salto a la caravana en el año 2005.
He visto de todo, campings llenos y vacíos, mal equipados y verdaderos hoteles de lujo, pero la dejadez que he visto en el Doñana ha sido inédita en mi trayectoria.
Empecé, por la referencia entusiasta de un gran amigo sobre la calidad del camping, por hacer la reserva en junio para agosto y, para cerciorarme, llamé al establecimiento para preguntar sobre las características de la parcela de tipo C con sombra natural, en especial, el suelo. Tenía mis dudas ya que otros amigos me habían dicho que las parcelas eran de arena más suelta que la de la playa. Como esto me parecía una exageración, hice la mencionada llamada. Se me aseguró por activa y por pasiva que las parcelas C tenían la tierra prensada. Pues bien, no solamente no eran de tierra prensada, sino que era arena suelta en la que la caravana se hundía. Tenía una inclinación tal que tuve que cubrir el estabilizador de la caravana para que los ferodos no se me llenaran de arena y con ello, estropearse. En cuanto a la sombra natural, sic, un pino esquinado en la parcela que ocupaba bastante menos de la quinta parte de la parcela debido a su pequeño tamaño. Como referencia sobre el suelo, yo clavo el suelo con tornillos de 20 cm de largo y ni con ese tamaño se clavaban de manera estable en el suelo y se desclavaban con solo tirar levemente de ellos.
Este fue el estreno, pero ni mucho menos lo peor.
Como se puede imaginar cualquiera, cuando pasaba un coche por la calle, el polvo que se levantaba era por nubes, lo cual obligaba a limpiar constantemente tanto mesas como enseres para mantener un mínimo de higiene.
Pero esto, tampoco era lo peor, había cosas peores.
Por megafonía se avisaba constantemente del respeto que el campista y el camping debían observar sobre las normas AntiCovid vigentes, y que la velocidad de los vehículos no podía ser superior a los 10 Km/hora. Normal.
De todos es sabido que es necesario mantener esas medidas de higiene y que en estos recintos la velocidad debe ser reducida por razones obvias. Por lo demás, es conocido y publico que, en estos recintos, aparcamientos privados y públicos y en cualquier recinto donde se circule con coche, las normas de circulación vigentes son las mismas que en cualquier camino, calle, avenida, carretera, autovía o autopista, es decir, el Reglamento General de Circulación, el cual dice de forma resumida que su aplicación se aplica a todo espacio público o privado destinado a uso público. Como ejemplo en una finca privada cada uno puede hacer lo que le venga en gana, pero en un aparcamiento publico o en un camping, donde se circula con vehículos privados, se aplica el RGC vigente.
Por esto me sorprende como se recuerda la obligatoriedad de circular a 10 Km/hora algo así como 40 o 50 veces al día y, sin embargo, se permite a los coches circular con los portones traseros abiertos con los niños y algún adulto o aspirante a serlo, sentados en el sentido contrario al de la marcha, sin cinturón, y con las piernas colgando del coche, con el correspondiente peligro que ello conlleva. Y todo ello sin el más mínimo reproche por los operarios del camping que, o bien deben recriminar dichos actos, o bien informar a la seguridad del camping para que aperciba a los incriminados en dichos actos.
Por supuesto, se podría esperar que las bicicletas no circulasen por la noche por aquello de la seguridad por la falta de luz. Pues bien, tampoco fue así. Pero no sólo las bicicletas. Los coches también podían entrar al camping a partir de las 12 de la noche (horas de silencio) siendo la única condición que se circulara sin música y respetando los 10 Km/hora. Esto está expresamente prohibido en el Decreto 26/2018, de 23 de enero, de ordenación de los campamentos de turismo, y de modificación del Decreto 20/2002, de 29 de enero, de Turismo en el Medio Rural y Turismo Activo., en su artículo 13 punto 4 apartado c) Circulación prohibida durante las horas de descanso fijadas en el reglamento de régimen interior. En este camping de 00,00 a 07,00 horas. Lamentable.
Pues tampoco eso fue lo peor de nuestra estancia.
De los fregaderos no se hace ni mención en la página web del camping. Y es normal ya que si los nombraran sería para vergüenza del establecimiento. Estos eran tan pequeños que un accesorio de cocina que casi nadie usa en un camping, la paellera eléctrica (obvio la marca ya que todo el mundo conoce la Princess-a de nuestras cocinas en el camping), no se podía fregar y había que hacerlo en las pilas de lavado de ropa con el riesgo de que el personal de limpieza, al que, por cierto, habría que ponerles un monumento, nos recriminara dicha acción por inadecuada. Los grifos de presión de los fregaderos expulsan el agua en todas direcciones con lo que, al fregar, terminaba uno mojado hasta zonas que ni en la ducha se alcanzan. Y, todo ello, con el corte del grifo casi instantánea. Me explico, esos grifos de presión están diseñados para que se corten pasado un tiempo de uso, entre 10 y 20 segundos, y que, con un caudal adecuado, se pueda ahorrar agua. Pues bien, aquí, para fregar, tenias que, con una mano pulsar el grifo de forma que saliese el caudal del agua adecuado, con esa misma mano sujetar el vaso o plato a fregar y, con la otra mano, usar el estropajo. Imposible. Por cierto, la ratio de un establecimiento de 4 estrellas es de 1 fregadero por cada 18 parcelas lo cual resulta que debería haber 50 fregaderos.
Pues todavía no he llegado a lo peor.
En la publicidad del camping, en su página web, en la sección de Servicios e instalaciones, en el cajetín de servicios y duchas, se nombra la existencia de hasta 3 complejos de servicios sanitarios perfectamente equipados. ¿Hasta 3? O se está embarazada o no se está, no se puede estar a medias. O hay 3 zonas de servicios o no las hay. En todo caso, la normativa que mencioné anteriormente, especifica el número de duchas que debe tener este establecimiento que presume de las 4 estrellas en su categoría, es decir, 1 por cada 18 parcelas igual a 113 duchas y todas con agua caliente y, grosso modo, conté algo menos de 60. Y digo bien agua caliente, porque el sistema de fontanería es tan avanzado que, cuando se usa una ducha y alguien usa un inodoro y usa la cisterna, ¡¡¡sorpresa!!! El agua fría desaparece de la ducha y, en consecuencia, te quemas por la subida de la temperatura del agua que sale de la alcachofa. Pero para llegar a la ducha es necesario hacer una cola interminable y todos los días y por qué, pues porque no sólo había pocas duchas, sino que, además, había módulos de servicios cerrados. Aparte de que en muchas duchas no había perchas, el agua salía de las alcachofas para cualquier lado menos en la dirección correcta, etc. Increíble.
También mencionar que, debido a la tierra de las calles y la arena de las parcelas, cuando llegaba a mi parcela después de la ducha los pies los tenía para lavármelos otra vez.
Y ahora viene lo peor.
Y todas las mañanas tengo la mala costumbre de evacuar aguas menores y mayores, como la mayoría de los usuarios del camping, según veía por el trasiego de personas en los servicios. Y nuevamente y, de aquí lo inaudito de la situación que no había tenido que sufrir en ningún camping hasta este, tenía que hacer cola. ¿Por qué?, porque el camping no cumple con la ratio de evacuatorios que se estipula en la legislación que obliga a estos establecimientos y que se fija en por cada 6 parcelas, es decir, mas o menos 150. ¿Alguien que haya estado en ese camping ha contado 150 inodoros? A mí, las cuentas no me salen más allá de 50 o 60. Y no solo eso, también había módulos cerrados en hora punta. Y esto es algo imperdonable para un camping de esta categoría.
Se puede hablar de una magnifica playa, en la que el camping no tiene responsabilidad ninguna, se puede hablar de una buena piscina y grande, pero no es suficiente para compensar el atropello sufrido en estos 11 días de mis vacaciones de agosto de 2021.