El Tito Fer
timid@
Bueno, pues parece ser que finalmente el parque de campismo de Praia de Galé, el camping de Melides, en Portugal, cierra.
Cierto que era un camping tirando a resort, pero su ubicación era una gozada: un pinar sobre las cárcavas que daban a la playa del Atlántico. Y tan gozada que era, que otros con mucho dinero y deseo de tener aún más, se han fijado en la zona y han decido substituirlo por un complejo turístico de "alto nivel". Una lástima para los que pertenecemos al gremio del campismo.
Nosotros tuvimos la suerte de disfrutarlo varios veranos allá por nuestros inicios con la tienda, y la verdad, nos hubiese gustado volver allí con la caravana y las crías. Esperemos que a Melides, el pueblo próximo, que era una delicia, con su plaza de la biblioteca y su mercado abierto, le siente a mejor el cambio. Aunque no tengo claro que este tipo de turismo congenie bien con el estilo de los locales de allí. Podrán preguntarles a sus vecinos de la cercana Praia da Comporta, que ya iniciaron esta transición hace algunos años, cómo les ha resultado la experiencia.
Solo esperar que, una vez que el olor a sardinas asadas en parrilla, esas cajitas de chapa que apenas levantan un palmo del suelo, tan populares entre los portugueses como aterradoras para los ojos de un forestal, haya sido sustituido por las fragancias de la alta cocina, los futuros visitantes, no solamente sepan disfrutar de las excelencias de la zona tanto como nosotros lo hicimos, sino que también sepan cuidarla y respetarla como hasta ahora los campistas hemos hecho. Es el legado que ahora reciben, y por tanto, la responsabilidad que ahora adquieren.
Cierto que era un camping tirando a resort, pero su ubicación era una gozada: un pinar sobre las cárcavas que daban a la playa del Atlántico. Y tan gozada que era, que otros con mucho dinero y deseo de tener aún más, se han fijado en la zona y han decido substituirlo por un complejo turístico de "alto nivel". Una lástima para los que pertenecemos al gremio del campismo.
Nosotros tuvimos la suerte de disfrutarlo varios veranos allá por nuestros inicios con la tienda, y la verdad, nos hubiese gustado volver allí con la caravana y las crías. Esperemos que a Melides, el pueblo próximo, que era una delicia, con su plaza de la biblioteca y su mercado abierto, le siente a mejor el cambio. Aunque no tengo claro que este tipo de turismo congenie bien con el estilo de los locales de allí. Podrán preguntarles a sus vecinos de la cercana Praia da Comporta, que ya iniciaron esta transición hace algunos años, cómo les ha resultado la experiencia.
Solo esperar que, una vez que el olor a sardinas asadas en parrilla, esas cajitas de chapa que apenas levantan un palmo del suelo, tan populares entre los portugueses como aterradoras para los ojos de un forestal, haya sido sustituido por las fragancias de la alta cocina, los futuros visitantes, no solamente sepan disfrutar de las excelencias de la zona tanto como nosotros lo hicimos, sino que también sepan cuidarla y respetarla como hasta ahora los campistas hemos hecho. Es el legado que ahora reciben, y por tanto, la responsabilidad que ahora adquieren.
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