Mira, os voy a contar otro del que nos acordamos mucho porque fue una puesta a prueba de las "abuelas".
Os pongo en antecedentes abueliles:
- mi suegra: mujer comedida, tranquila y relajada donde las halla.
-mi madre: mujer nerviosa, agorera, miedica, siempre pensando en las tragedias que puedan pasar. Si le dices que vas a x sitio, mira el tiempo que se tarda en llegar, el tiempo exacto, y ese es el tiempo que ella va a manejar, ni un minuto más, ni un minuto menos, da lo mismo que con la caravana vayamos a 80-90 km, si ella ha visto que se tardan 85 minutos, son 85 minutos, punto. A partir de ese tiempo, todo es tragedia.
-el viaje: Asturias- Tarragona- Andorra- Carcassonne- Biarritz- Asturias. Haremos parada por La Rioja porque son muchos km para meterle a un niño de 2 años. Llevamos un avance nuevo y vamos a estrenarlo.
Salimos tranquilamente y hacemos noche en Haro, llamada de rutina a las abuelas, paseo por el pueblo, compra para la cena y el desayuno y a relajarnos hasta el día siguiente.
Nos levantamos, desayuno, recogemos y arrancamos. El GPS nos va guiando, cuando, en algún momento, decide llevarnos por un montón de caleyas y por todos los pueblos más pequeños y con carreteras sin asfaltar que encuentra. Digo decide porque nosotros hemos puesto que nos lleve por autopista, así que es decisión del GPS, se ve que quiere viaje campestre.
Bueno, a ver dónde encontramos una autopista. En algún momento, vemos una salida y nos incorporamos a una autopista, llevamos tranquilamente una hora y pico más de viaje así porque sí.
Nos acercamos a Tarragona y buscamos un camping, llamamos, hay parcela, metemos la dirección en el GPS y...nos mete en medio de un pueblo de calles tan tan tan estrechas que no sabemos cómo vamos a salir de ahí, pero el GPS no deja de decir (con voz de "al mediodía, ¡alegría!") "Ha llegado a su destino". Imposible, aquí no hay camping, esto es el centro de un pueblo marinero.
Me meto en Google Maps y voy dándole indicaciones a mi marido, el guaje llorando, agotado.
Vemos un cartel que señala un camino, vale, por ahí se va al camping. El camino se convierte en una rampa de arena, porque está en obras, ¿subiremos o nos iremos terraplén abajo?.
Llegamos arriba y vemos al fondo la recepción, por fin. Escogemos parcela, soltamos, le ponemos al crío unos dibujos y nos disponemos a montar el avance, ¿las instrucciones? 3 fotos, una del avance desmontado, una del avance por fuera a medias de montar y una tercera del avance montado por fuera, no se ve como se colocan todos esos hierros que trae ni cómo se pone el avance en sí.
Enfrente tenemos dos caravanas de alemanes, están tomándose unas cervezas en sus sillas. Empezamos.
No hay por donde coger aquello, le damos vueltas y más vueltas y después de dos horas y pico, conseguimos terminar de montarlo. Los alemanes han tenido un buen espectáculo.
Bien, ahora a sacar las cosas del coche y a relajarnos. Miro el móvil y veo unos 50 mensajes de mi madre, otras tantas llamadas perdidas suyas y, atención, 20 llamadas DE MI SUEGRA, esa mujer comedida y tranquila. Llamo a mi madre, que me pone a bajar de un burro cuando le digo que estamos bien, que nos perdimos por el GPS y que estábamos montando el avance. Me dice que estaba a punto de llamar a la policía.
Llamo a mi suegra, casi llora la mujer, mi madre la había llamado un montón de veces y ya se había empezado a preocupar, pero cuando vio que no cogíamos fue cuando se asustó.
Bueno, tranquilizarnos a las abuelas y vamos a relajarnos.
Al día siguiente, nos levantamos, desayunamos y nos vamos a una cala que hay cerca del camping. A la hora de comer volvemos. Me pongo a hacer la comida y de repente, zas, se nos apaga todo, ha saltado la luz, pensamos. Pero no, cambiamos el enchufe a varias tomas y nada, ni en el enchufe de los vecinos. Vamos a recepción, no hay nadie, veo a los de mantenimiento y les comento lo que pasa, me dicen que no pueden hacer nada porque no pueden entrar en una caravana. Coño, que tengo que hacer la comida y tengo un niño de dos años llorando porque tiene hambre. En diez minutos nos pasamos.
Pasa hora y media, voy a mirar y me los encuentro en la entrada, que el jefe no les deja ir, voy al jefe y le digo lo que me pasa y entre bufidos me dice que bueno, que sí, que van a mirar. Vienen media hora después, entran, miran y me dicen que es algo de la electricidad, que llame a un electricista.
Voy a recepción, ya está abierto, les digo lo que me pasa ( al crío le he dado un biberón frío y unas tostadas), me dice que me dan una lista de electricistas para que llame. Empiezo a llamar, no me coge nadie, después de llamar al menos a 8, me coge una señora, que su hijo no está, que es que tenía una comida y después tenía médico y que claro que el teléfono está en su casa y blablabla, ¿Por qué ésta señora me está contando la vida de su hijo?.
Llamo a otro, me coge, le digo lo que me pasa y me dice que no, que a una caravana que no va. Vale.
Llamo al siguiente y me coge un chaval, le digo lo que me pasa, que llevo desde la una de la tarde sin luz en la caravana, ya son las cinco, que tengo un niño de dos años que no ha comido más que un biberón y cuatro tostadas, que lo de la nevera se me va a estropear, que no puedo pasar la noche sin luz y que ya a la desesperada nos vamos a volver del tirón a Asturias. Me dice que no, que viene, que está en una obra, pero en cuanto acabe, viene. Y oye, que era verdad, me llama hora y media después para decirme que sigue en la obra y que va para largo, pero que se va a escapar un momento para venir. Y ahí que aparece, ganas me dieron de darle un abrazo. Entra, mira y era la caja de fusibles, que había petao, nos la cambió, nos cobró 20 euros y estuvo un rato de cháchara con nosotros, preguntando por la caravana, que a él le gustaba, pero que su mujer no era muy de camping y que además tienen dos niños pequeños y no sabe cómo nos podemos apañar con un peque en un camping.
Bueno, por fin podemos hacerle algo caliente de comer al crío.
Pasamos unos cuantos días allí, conocimos un matrimonio genial de Cantabria y nos fuimos a Andorra.
Montamos el avance, paseo, cena, nos metemos en la cama y empieza a tronar, parece que se cae el mundo encima, empieza a llover, a calderaos, y qué viento, ¿a ver si nos arranca el avance? Vamos a salir a poner unos vientos, por si acaso, salimos y cuando entramos nos dice el crío que por qué nos fuimos a duchar sin él y con la ropa puesta. Íbamos pingando, de arriba a abajo.
No nos puede pasar nada más,¿ no?
Error.
Nos vamos días después, camino de Carcassonne. Salimos de Andorra con un sol espectacular, cuando llegamos a lo más alto y nos disponemos a bajar, vemos una nube blaaaaanca y esponjosa justo a nuestra altura, "mami, estamos dentro de una nube". Ayyyy, la nube, una niebla que no se veía a medio metro, toda la bajada con atasco y sin visión. Cuando ya casi estamos abajo, nos pita un coche y nos hace gestos. Paramos, vamos con una rueda pinchada y no nos hemos enterado. Pasa un coche francés de atención en carretera, nos chapurrea algo y nos da una tarjeta, es de un taller que hay cerca. Vamos pero no tienen las ruedas que nos hacen falta para la caravana. Nos vamos con la de repuesto a un camping cercano y nos acercamos a un pequeño concesionario a preguntar, el hombre es un encanto y se desvive haciendo llamadas, casi dos horas después nos dice que las ha encontrado en un taller cercano, pero no nos las ponen hasta el día siguiente. Así que nos queda esperar. Vamos al taller y sí, tienen las ruedas, así que perfecto. Podemos seguir camino. Hacemos una parada en el concesionario para darle las gracias al señor.
Ahora ya sí, nos fuimos a Carcassonne, después a Biarritz y a casa. Qué viaje más ajetreado.