kraus
Caminante
Dos semanas en Johannesburg por cuestiones de trabajo no dan para mucho. De hecho, mi compañero Carlos y yo no teníamos otro plan que el de finalizar el proyecto y nada decidido que hacer el fin de semana que nos quedaba libre en medio.
El viernes 30 de Octubre pasó algo fuera de lo habitual en la empresa de nuestro cliente. A las 10 de la mañana todo quedó desierto. Dion, que ha sido nuestro anfitrión, se quedó con nosotros para ayudarnos a gestionar algún plan para el fin de semana. Una vez descartada la visita al Kruger -500 Km son muchos para una red de carreteras africana- pasaríamos la noche de viernes en el Parque Nacional de Pilanesberg, a algo menos de 200 Km de Johannesburg.
Quizás os preguntéis por qué no todo el fin de semana pero es que los 200 euros por noche del alojamiento es mucho dinero, aunque estuvieran incluidos la cena y el desayuno.
Una vez hecha la reserva, nos acercamos con Dion al centro comercial de Bruma, cerca del trabajo, para adquirir algunos mapas de carretera. Dion nos recomendó un circuito de forma que la ida y la vuelta fueran por distinto camino y nos permitiera hacer algo de turismo. A mediodía estábamos en marcha.
Solamente cuando dejamos atrás la ciudad fuimos conscientes de que estábamos en Africa. Y a unos 70 Km de nuestro destino, el Parque Nacional de Pilanesberg, vimos por primera vez la sabana, que se extendía por el noroeste hasta donde se perdía la vista. Estaba verde y no seca como recordamos de los documentales africanos, no en balde ahora es primavera en Suráfrica y estamos en plena temporada de lluvias.
Acercándonos al parque pasamos por algunas aldeas humildes.
Un poco antes de las 5 de la tarde llegamos a nuestro destino, el complejo hotelero de Kwa Maritane, dentro del perímetro del parque en un recinto vallado para evitar la entrada de animales salvajes. No es necesario explicar que es bastante diferente de las aldeas anteriores. A la entrada del complejo nos explican amablemente cómo llegar hasta la recepción.
El registro de entrada fue un tanto dificultoso pues habían pasado nuestros nombres por teléfono y entre que no tienen claro la diferencia entre nombres y apellidos y que tanto el inglés (idioma oficial) como el zulú (idioma común) tienen una pronunciación muy diferente a la española, no había forma de encontrarnos entre la lista de huéspedes. Arreglado el asunto dejamos nuestro escaso equipaje en la habitación, una suerte de cabaña amplia y espaciosa con tejado de paja pero de una solidez increíble, intentamos arreglar un safari nocturno por el parque.
“Lo siento señores, los todoterreno ya han salido”
Vaya chasco. Eran las cinco y el recinto del parque se cierra a las 6:30 para los vehículos privados. Decidimos que aunque fuera una hora que nos metíamos con nuestro coche en la zona de reserva. Encima entendimos mal a la chica de la recepción y nos pasamos la entrada. Siguiendo los mapas que nos había proporcionado Dion nos dirigimos hacia la entrada de Manyane.
Por el camino nos caen algunas gotas de lluvia y el paisaje de la sabana es tan espectacular como poco alentador.
La oficina de información de Manyane estaba cerrada y se nos cae la moral. Carlos se dio cuenta que justo en la esquina del edificio había una puerta abierta y allí nos dirigimos. No era la oficina de información sino la de la empresa Mankwe Safaris.
- ¿Es posible apuntarse a un safari esta noche?
- Si, el último parte a las 6 en punto del camping de Manyane. Son 300 Rands por persona (unos 27 euros)
No nos aclaramos como llegar al puñetero camping y la empleada nos dice que no nos preocupemos, que llama al conductor y que nos recoge en este mismo lugar. Mientras que llega os cuento algo de Pilanesberg.
El viernes 30 de Octubre pasó algo fuera de lo habitual en la empresa de nuestro cliente. A las 10 de la mañana todo quedó desierto. Dion, que ha sido nuestro anfitrión, se quedó con nosotros para ayudarnos a gestionar algún plan para el fin de semana. Una vez descartada la visita al Kruger -500 Km son muchos para una red de carreteras africana- pasaríamos la noche de viernes en el Parque Nacional de Pilanesberg, a algo menos de 200 Km de Johannesburg.
Quizás os preguntéis por qué no todo el fin de semana pero es que los 200 euros por noche del alojamiento es mucho dinero, aunque estuvieran incluidos la cena y el desayuno.
Una vez hecha la reserva, nos acercamos con Dion al centro comercial de Bruma, cerca del trabajo, para adquirir algunos mapas de carretera. Dion nos recomendó un circuito de forma que la ida y la vuelta fueran por distinto camino y nos permitiera hacer algo de turismo. A mediodía estábamos en marcha.
Solamente cuando dejamos atrás la ciudad fuimos conscientes de que estábamos en Africa. Y a unos 70 Km de nuestro destino, el Parque Nacional de Pilanesberg, vimos por primera vez la sabana, que se extendía por el noroeste hasta donde se perdía la vista. Estaba verde y no seca como recordamos de los documentales africanos, no en balde ahora es primavera en Suráfrica y estamos en plena temporada de lluvias.
Acercándonos al parque pasamos por algunas aldeas humildes.



Un poco antes de las 5 de la tarde llegamos a nuestro destino, el complejo hotelero de Kwa Maritane, dentro del perímetro del parque en un recinto vallado para evitar la entrada de animales salvajes. No es necesario explicar que es bastante diferente de las aldeas anteriores. A la entrada del complejo nos explican amablemente cómo llegar hasta la recepción.

El registro de entrada fue un tanto dificultoso pues habían pasado nuestros nombres por teléfono y entre que no tienen claro la diferencia entre nombres y apellidos y que tanto el inglés (idioma oficial) como el zulú (idioma común) tienen una pronunciación muy diferente a la española, no había forma de encontrarnos entre la lista de huéspedes. Arreglado el asunto dejamos nuestro escaso equipaje en la habitación, una suerte de cabaña amplia y espaciosa con tejado de paja pero de una solidez increíble, intentamos arreglar un safari nocturno por el parque.
“Lo siento señores, los todoterreno ya han salido”
Vaya chasco. Eran las cinco y el recinto del parque se cierra a las 6:30 para los vehículos privados. Decidimos que aunque fuera una hora que nos metíamos con nuestro coche en la zona de reserva. Encima entendimos mal a la chica de la recepción y nos pasamos la entrada. Siguiendo los mapas que nos había proporcionado Dion nos dirigimos hacia la entrada de Manyane.
Por el camino nos caen algunas gotas de lluvia y el paisaje de la sabana es tan espectacular como poco alentador.

La oficina de información de Manyane estaba cerrada y se nos cae la moral. Carlos se dio cuenta que justo en la esquina del edificio había una puerta abierta y allí nos dirigimos. No era la oficina de información sino la de la empresa Mankwe Safaris.
- ¿Es posible apuntarse a un safari esta noche?
- Si, el último parte a las 6 en punto del camping de Manyane. Son 300 Rands por persona (unos 27 euros)
No nos aclaramos como llegar al puñetero camping y la empleada nos dice que no nos preocupemos, que llama al conductor y que nos recoge en este mismo lugar. Mientras que llega os cuento algo de Pilanesberg.