Hola. Quisiera dejar mi comentario por si mi experiencia puede aclarar a alguien la duda de si subir o no al Jungfrau.
Este verano fuimos un mes a Suiza, dos familias con niños. Estábamos alojados en Lauterbrunnen, en el camping Joungfrau. Íbamos a subir al Jungfraujoch.
Sacamos los billetes en el mismo camping el día anterior. Al día siguiente fuimos a la estación para subir. Los andenes estaban masificadísimos, como el metro en hora punta. La riada de "orientales" nos empuja hacia el vagón, casi perdemos a los niños. Tuvimos que hacer el trayecto de pie, no había ni por asomo asientos libres. Quedamos todos separados, cada uno con un niño, allí donde pudimos colocarnos.
Llegamos a Kleine scheidegg, que es donde se hace el trasbordo para hacer la subida final, y ahí fue mucho peor, pues nos juntamos con los viajeros que subían por el lado de Grindelwald. Una locura, pero no me pilló por sorpresa pues había leído algún comentario en el foro.
Al llegar a la estación cumbre, la experiencia fue más negativa. Riadas de gente por todos los lados y tienen preparado un tour para su visita. Un tour que parece un parque temático, un parque de atracciones. Que si unas fotos de su construcción, unos pasillos por el hielo con sus figuritas, una sala de proyecciones, una subida a una terraza panorámica... Yo subí allí para estar en un sitio especial, único, distinto, extraordinario, de los que componen la geografía de la tierra, pues su publicidad y precio así me lo hacían creer. (180 euros)
Nada de eso es. Además de la masificación y del tour, está lleno de tiendas. Tras el tour, su visita a la terraza mirador, etc., pudimos salir por fin al exterior. (Hay dos zonas exteriores para visitar) Aquí, ya nada me sorprendió. Se ve el glaciar, pero como ya lo había visto desde otros puntos (Eggishorn) y otros más por Suiza, no me llamó mucho la atención. Dos fotos por decir que he estado aquí y nada más. Estás en la nieve y rodeado por otros picos y ya está. A excepción de ver el glaciar, lo demás es un paisaje nevado de altura como muchos otros. (Ese está un poco más alto, 3700 m, pero vamos no es el everest.) Lo único de interés puede ser la historia que le queramos dar a los picos próximos, a la longitud de los glaciares o el llegar en tren tan alto, pero a nivel visual, no me ofreció nada).
Para bajar de allí, cola de 40 minutos. Otra vez masificado el tren, nos sentamos en el suelo. Estábamos deseando bajar de allí. Nos gustaron mucho más las vistas desde Kleine Scheidegg a Lauterbrunnen. Bajando de Kleine Scheidegg, en Wengen se estropeó el tren. Deban 60 minutos de demora. Tuvimos que bajar andando. Ahí disfrutamos mucho más.
Al día siguiente fuimos a poner una reclamación y nos dicen que nos devolverán todo el dinero. Nos atendieron muy bien. Estoy esperando la transferencia. Si es así, es algo a agradecer en cuanto al trato al cliente.
Puede ser que la masificación quite el encanto a estos lugares. Tampoco es tan extraordinario. No merecen pagar en estas condiciones 180 euros. Yo pagué menos al llevar la swiss half fare card y la family card.
Son sitios que a mi entender, el encanto puede estar en su historia, en su leyenda, más que el impacto visual que te proporcionan. Es solo una opinión desde mi perspectiva, claro. Me gusta la montaña y suelo visitar parajes nevados al gustarme esquiar. Quería decirlo para que veáis mi perfil a la hora de valorar lo subjetivo de mi opinión.
También quería comentaros una reflexión que hice durante mi viaje. Era mi tercer viaje a Suiza. Del primero hace 25 años. Recordaba Suiza como un hermoso tapete verde salpicado de diamantes. Ahora ha quedado como un viejo y sobeteado tapete de casino salpicado de bisutería.
Lo han comercializado todo. Han llenado sus típicos pueblos y callejuelas, de anuncios, carteles publicitarios, negocios variopintos, sin el más mínimo sentido estético del que hacían gala. Ya no hay ese orden, esa limpieza, esa estética, ese sabor a montaña, a naturaleza, a rural. Aún recuerdo cuando ponían las parabólicas pintadas de marrón en un árbol para no crear un impacto visual y romper la estética de sus casas y de sus pueblos. Cuando había que parar el motor del coche en los semáforos para no contaminar ni hacer ruido.
Se que es culpa de todos. Todos queremos llegar a todos los sitios. También queremos sacar rendimiento económico a lo que nos rodea. Creo que Suiza está sobre explotada.
Bueno, es mi reflexión una vez pasados 10 días de mi llegada. Un poco más en frio.
Un saludo.
Este verano fuimos un mes a Suiza, dos familias con niños. Estábamos alojados en Lauterbrunnen, en el camping Joungfrau. Íbamos a subir al Jungfraujoch.
Sacamos los billetes en el mismo camping el día anterior. Al día siguiente fuimos a la estación para subir. Los andenes estaban masificadísimos, como el metro en hora punta. La riada de "orientales" nos empuja hacia el vagón, casi perdemos a los niños. Tuvimos que hacer el trayecto de pie, no había ni por asomo asientos libres. Quedamos todos separados, cada uno con un niño, allí donde pudimos colocarnos.
Llegamos a Kleine scheidegg, que es donde se hace el trasbordo para hacer la subida final, y ahí fue mucho peor, pues nos juntamos con los viajeros que subían por el lado de Grindelwald. Una locura, pero no me pilló por sorpresa pues había leído algún comentario en el foro.
Al llegar a la estación cumbre, la experiencia fue más negativa. Riadas de gente por todos los lados y tienen preparado un tour para su visita. Un tour que parece un parque temático, un parque de atracciones. Que si unas fotos de su construcción, unos pasillos por el hielo con sus figuritas, una sala de proyecciones, una subida a una terraza panorámica... Yo subí allí para estar en un sitio especial, único, distinto, extraordinario, de los que componen la geografía de la tierra, pues su publicidad y precio así me lo hacían creer. (180 euros)
Nada de eso es. Además de la masificación y del tour, está lleno de tiendas. Tras el tour, su visita a la terraza mirador, etc., pudimos salir por fin al exterior. (Hay dos zonas exteriores para visitar) Aquí, ya nada me sorprendió. Se ve el glaciar, pero como ya lo había visto desde otros puntos (Eggishorn) y otros más por Suiza, no me llamó mucho la atención. Dos fotos por decir que he estado aquí y nada más. Estás en la nieve y rodeado por otros picos y ya está. A excepción de ver el glaciar, lo demás es un paisaje nevado de altura como muchos otros. (Ese está un poco más alto, 3700 m, pero vamos no es el everest.) Lo único de interés puede ser la historia que le queramos dar a los picos próximos, a la longitud de los glaciares o el llegar en tren tan alto, pero a nivel visual, no me ofreció nada).
Para bajar de allí, cola de 40 minutos. Otra vez masificado el tren, nos sentamos en el suelo. Estábamos deseando bajar de allí. Nos gustaron mucho más las vistas desde Kleine Scheidegg a Lauterbrunnen. Bajando de Kleine Scheidegg, en Wengen se estropeó el tren. Deban 60 minutos de demora. Tuvimos que bajar andando. Ahí disfrutamos mucho más.
Al día siguiente fuimos a poner una reclamación y nos dicen que nos devolverán todo el dinero. Nos atendieron muy bien. Estoy esperando la transferencia. Si es así, es algo a agradecer en cuanto al trato al cliente.
Puede ser que la masificación quite el encanto a estos lugares. Tampoco es tan extraordinario. No merecen pagar en estas condiciones 180 euros. Yo pagué menos al llevar la swiss half fare card y la family card.
Son sitios que a mi entender, el encanto puede estar en su historia, en su leyenda, más que el impacto visual que te proporcionan. Es solo una opinión desde mi perspectiva, claro. Me gusta la montaña y suelo visitar parajes nevados al gustarme esquiar. Quería decirlo para que veáis mi perfil a la hora de valorar lo subjetivo de mi opinión.
También quería comentaros una reflexión que hice durante mi viaje. Era mi tercer viaje a Suiza. Del primero hace 25 años. Recordaba Suiza como un hermoso tapete verde salpicado de diamantes. Ahora ha quedado como un viejo y sobeteado tapete de casino salpicado de bisutería.
Lo han comercializado todo. Han llenado sus típicos pueblos y callejuelas, de anuncios, carteles publicitarios, negocios variopintos, sin el más mínimo sentido estético del que hacían gala. Ya no hay ese orden, esa limpieza, esa estética, ese sabor a montaña, a naturaleza, a rural. Aún recuerdo cuando ponían las parabólicas pintadas de marrón en un árbol para no crear un impacto visual y romper la estética de sus casas y de sus pueblos. Cuando había que parar el motor del coche en los semáforos para no contaminar ni hacer ruido.
Se que es culpa de todos. Todos queremos llegar a todos los sitios. También queremos sacar rendimiento económico a lo que nos rodea. Creo que Suiza está sobre explotada.
Bueno, es mi reflexión una vez pasados 10 días de mi llegada. Un poco más en frio.
Un saludo.